Hace dos años, el Instituto de la Mujer de Castilla-La Mancha dirigido entonces por Araceli Martínez lanzó la campaña ‘Sin un sí, es no’, una iniciativa novedosa que ponía por primera vez en España el foco en la violación en cita y alertaba sobre el hecho de que el mayor número de delitos sexuales contra las mujeres los comete un amigo o conocido.
Fue, a mi modo de ver, todo un acierto porque la tendencia generalizada es la de equiparar la violación a un hecho cometido por un desconocido en un asalto callejero, dejando en olvido y, por tanto, silenciando e incluso legitimando los abusos sexuales y violaciones que se producen en un encuentro pactado y consentido, con una pareja, un amigo o conocido y en el que, en un determinado momento, la mujer decide no seguir adelante con la relación sexual que se esperaba o incluso que se había ya iniciado.
Tiene esta campaña otros muchos méritos, el principal, a mi entender, es que se dirige a los agresores. ‘Sin un sí, es no’ es un golpe directo a los cimientos del machismo y la cultura patriarcal, deja claro que es la mujer quien tiene que dar su consentimiento de manera explícita y clara, que no sirve un silencio o una duda, que lo importante no es lo que el hombre entendió, quiso o creyó, sino el consentimiento o la falta de él de la mujer. Y hace más: libera a la mujer de culpa. Si no dijo ‘sí’ es que no quería. Lo que pasó de ahí en adelante, fue una agresión, una violación, y de eso jamás la víctima es culpable por más que los sectores más reaccionarios traten de poner esto en duda. Como dice el presidente García-Page, no hay más orgullo que nuestra región sea una referencia a nivel nacional e internacional por su lucha contra la violencia de género y contra el machismo, la piedra angular que lo sustenta. Otros quieren ser los más adelantados en privilegios, en exclusiones, en singularidades. Mientras, Castilla-La Mancha quiere encabezar la lucha por la igualdad.
Esta región ha abierto camino en materia legislativa en la protección de las mujeres y el cerco a los maltratadores y también en promover en las aulas y en espacios de educación no formal la igualdad, el feminismo, la no discriminación, la lucha contra las violencias machistas y las relaciones afectivo-sexuales sanas e igualitarias. Es un bagaje que tenemos que seguir aumentado porque queda mucho por hacer, pero que merece la pena recordar, más aún teniendo en cuenta que pocos retos tenemos más importantes como sociedad que conseguir que ser mujer no suponga una merma de derechos y libertades y, por supuesto, que no sea la razón por la que se es insultada, golpeada, violada o asesinada.
Y, ya que enumeraba algunos logros de la campaña ‘Sin un sí, es no’, no quiero olvidarme uno para mí más que relevante, como es que se intensifique durante las fiestas. Cada vez se conocen más casos de agresiones y violaciones múltiples y, en muchos casos, se desarrollan en un ambiente de fiesta y diversión. La fiesta supone un paréntesis en muchas de las responsabilidades del día a día pero no puede implicar jamás una interrupción en la lucha por la igualdad y contra el machismo. Por eso, siempre y aún más en fiestas, ¡Sin un sí, es no!
Pablo Bellido Acevedo es presidente de las Cortes de Castilla-La Mancha