“La verdadera democracia es una calle de doble sentido, que se construye sobre un diálogo constante entre la sociedad civil y la clase política”. La ONU, que es quien así lo afirma, tiene declarado este 15 de septiembre como Día Internacional de la Democracia: una fecha para celebrar un sistema político que en Castilla-La Mancha, España y la Unión Europea goza de una gran solidez, pero también para hacer examen de conciencia y ver en qué medida podemos contribuir hoy y cada día del año a fortalecer nuestras instituciones y a mejorar la calidad de la política que practicamos.
Tenemos el mejor de los sistemas posibles, herencia de un feliz ‘invento’ del ágora griega, donde por vez primera los ciudadanos (tardaríamos en serlo todos y todas, sin esclavos y también con plenitud de derechos y libertades para las mujeres) se dotaron de una fórmula más justa y representativa para la toma de decisiones sobre los asuntos de la cosa pública, la ‘res publica’ que dirían luego los romanos.
El sistema democrático representativo del que ahora gozamos, sofisticado para responder a unas sociedades cada vez más complejas, sigue basándose en las mismas reglas del juego. En el artículo 21.3 de la Declaración Universal de Derechos Humanos se afirma que “la voluntad del pueblo será la base de la autoridad del gobierno”. Y es a través de los representantes elegidos en unos comicios como se articula.
Pocas acciones encierran una carga de significado tan simbólica y a la vez tan efectiva como introducir la papeleta en la urna. Pocas veces sentimos de manera tan plena nuestra conciencia como ciudadanos, y que el destino colectivo está literalmente en nuestras manos. Pero la democracia es mucho más. No consiste solamente en votar, que es muy importante, sino también en respetar las leyes; en participar en el debate público a través de otras fórmulas de expresión; y en que los representantes elegidos seamos capaces de deliberar, escucharnos y alcanzar acuerdos.
Los partidos políticos -que son el instrumento para canalizar la representación-, los diputados y las diputadas, venimos al Parlamento Autonómico a expresar, plantear y afirmar nuestras posturas, pero también a escuchar las ideas de los demás y a construir leyes que representen, en la medida de lo posible, al conjunto de la sociedad. Aquí venimos a negociar y tenemos que buscar que las leyes que construyamos reúnan un amplio consenso, que no sean sólo resultado de la mitad más uno. Prefiero una ley acordada, que goce del cien por cien del respaldo de la Cámara, que sacar adelante mi propia ley sólo con el 51% de los votos.
Me merece un gran respeto el espíritu de la Transición que, en momentos delicados y después de cuarenta años de dictadura, alumbró a nuestros representantes para entender que no había nada más importante que asegurar la convivencia y facilitar el entendimiento. Y admiro también a esas figuras históricas que, como Nelson Mandela, han sido capaces, en circunstancias muy complicadas, de empatizar con el adversario político, romper con sus prejuicios y dialogar para convencer, en vez de para humillar y aniquilar al otro.
Todos estos políticos, con su altura de miras, constituyen un ejemplo para quienes ahora ejercemos la función de representación: fueron capaces de superar las diferencias para llegar a acuerdos que, a medio y largo plazo, han concertado soluciones duraderas y beneficiosas para afrontar retos y problemas que en su momento parecían insalvables.
Pero si resulta obligado parlamentar de puertas para adentro para alanzar acuerdos, también hay que parlamentar de puertas hacia afuera para implicar a la ciudadanía. Como dije en mi discurso de toma de posesión, me voy a emplear a fondo para que las Cortes de Castilla-La Mancha abran todavía más sus puertas y ventanas, estableciendo nuevos canales de información y de participación. En este empeño por recorrer los dos sentidos a los que hacía referencia la ONU en su metáfora de la democracia como una calle con direcciones de ida y vuelta, estoy seguro de que voy a contar con la colaboración de todos los grupos y de cada uno de los diputados y de las diputadas de Castilla-La Mancha.
¡Feliz Día de la Democracia!
Pablo Bellido Acevedo es presidente de las Cortes de Castilla-La Mancha