A principios del siglo XX surgió en Alemania un grupo de filósofos entre los que se encontraban Kohler, Wertheimer, Lewin, Ehrenfels y Koffka. Estos pensadores desarrollaron una teoría a la que se dio el nombre de ‘Gestalt’ (forma, construcción o estructura), que defiende básicamente la idea de que el todo es mayor que la suma de sus partes. ‘Las meninas’ es algo más que la suma de sus pinceladas. ‘Let it be’ es más que una sucesión de acordes y palabras. Un buen arroz es, desde luego, más que la suma de sus ingredientes. O, como dijo Alfredo Di Stéfano, “ninguno de nosotros es tan bueno como todos nosotros juntos”.
El concepto de ‘Gestalt’ se originó cuando Wertheimer notó que los seres humanos percibimos movimiento a partir de una serie de estímulos individuales. En su caso, percibió movimiento en las luces de Navidad encendiéndose de forma intermitente y repetida. Tenemos la sensación de que las luces se mueven en una dirección cuando no son más que luces individuales que parpadean. La ‘Gestalt’ bautizó este efecto con el nombre de «movimiento aparente». Y bien. ¿Qué es una ciudad sino mucho más que la suma de todos aquellos que la habitan? Albacete, y estarán ustedes de acuerdo conmigo, es por supuesto muchísimo más que la sucesión de todos los vecinos que le dan vida. Albacete es una obra viva que cada día hacemos posible todos. Y todos simultáneamente.
Siempre he tenido claro que no hay en la vida mayor beneficio personal que darse uno a los demás. Que procurar, desde la acción cotidiana propia, el bienestar de quienes nos rodean. Esto no implica necesariamente –de hecho rara vez sucede- acciones épicas, grandes heroicidades. Se trata nada más –y nada menos- que de contemplarnos a nosotros mismos como parte de un todo. Como individuos que formamos, juntos, una colectividad que llamaremos, en este caso, ciudad.
Albacete es una gran ciudad. Es mi ciudad. Supongo que cada cual se siente respetable y legítimamente orgulloso de la ciudad en la que nació o en la que creció o en la que vive. Pero, más allá de la cosa tribal, y desde luego despreciando cualquier atisbo de chauvinismo, lo cierto y probable es que Albacete es, efectivamente, una gran ciudad. Y no, claro que no hablo de la gestión política. No me refiero a eso.
Quiero decir que Albacete es una gran ciudad en la medida en que alberga a más de 173.000 vidas que entrelazan sus voluntades en el día a día atravesando esta fotografía en movimiento que nunca se detiene. Dándose cada cual a los demás. Al prójimo. Dijo Henry Ford que reunirse es un comienzo, permanecer juntos es un progreso y trabajar juntos es el éxito. Quién no sabe que los albaceteños tenemos una firme identidad de nuestra tierra que llevamos con orgullo y que nos empuja, cada cual desde el sitio que ocupe, a avanzar juntos.
Juntos y diversos, claro. Que nadie dijo que tuviéramos que ser todos iguales. De hecho, mejor que no lo seamos. Hoy en día escuchamos –qué les voy a contar a ustedes que no sepan- a muchos que hacen del desencuentro virtud, como si necesitaran discordia para dibujar un perfil propio, como si encontraran su propia personalidad más en aquello contra lo que viven que en aquello que son. Y no, no es así como funciona la cosa en el terreno de lo cotidiano que tan bien conocemos en Albacete. Porque cada día, cuando nos sentamos a la mesa, encontramos que cada uno de nosotros es de su padre y de su madre. Y a mucha honra. Pero que, al fin y al cabo, todos comemos de la misma mesa. Lo más importante, queridos vecinos, es que en la mesa haya para comer.
Albacete cumple precisamente hoy los primeros 644 años desde su nombramiento oficial como ciudad. Quién lo diría, lustrosa y dinámica como está. Porque Albacete tiene vitalidad y brío, camina deprisa y tiene una cabeza ágil, fresca y lúcida. Albacete es, efectivamente, mucho más que la suma de quienes la integramos, pues la experiencia de nuestros mayores se multiplica por el rutilante empuje de nuestros jóvenes. Hoy es el día de Albacete, este espacio de libertades que llevamos en el alma. Aquí no sobra nadie. Aquí todos cabemos y todos valemos. Tú también, claro. Seas como seas, pienses como pienses, ames a quien ames, tengas las capacidades que tengas. Si no fuera por cada uno de los vecinos de Albacete, esto no sería lo mismo, sinceramente. Si no fuera por ti. Así que brindemos juntos por la ciudad que fuimos, por la que somos y por la que seremos, siempre en el deseo de que juntos sigamos dando pasos adelante sin importar cuán difíciles sean las adversidades, aprendiendo de los errores y sin aceptar imposibles. Brindemos, por derecho y mirándonos a los ojos, por que sigamos siendo mucho más que la suma de todos nosotros. Y felicitémonos, serenamente orgullosos, por ser ciudadanos de Albacete. Nada más y nada menos.
Vicente Casañ.Alcalde de Albacete