La gente de buena fe cree que los concejales del gobierno gobiernan, lo que significa que están pendientes de sus concejalías, atienden a los problemas que van surgiendo, se reúnen con el personal que depende de ellos, estudian sus sugerencias y peticiones, promueven su área con el fin de dejar un situación mejor que la que recibieron, se baten con otras instituciones para reclamar para su ciudad lo que en justicia le corresponde, velan por el mejor desempeño de los servicios municipales… En fin, la gente en su inocencia cree que el concejal de gobierno, que para eso cobra, trabaja.
Hay que decirles a todas esas personas bienintencionadas que en el caso de la Concejala de Cultura de Azuqueca de Henares, la señora… se equivocan. Lamentablemente, la concejala de Cultura ni está, ni se la ve, ni se nota su presencia, que es más bien ausencia.
Alguien dirá que exagero. Pondré algunos ejemplos que demuestran que no.
· Desde que empezó la legislatura, hace ocho meses, solamente hemos tenido una reunión con ella que duró 20 minutos (a finales de septiembre). El motivo de dicha reunión fue para que los convocados dijéramos nuestro nombre y para manifestarnos que estaba a nuestra disposición. Desde entonces no ha habido ninguna otra reunión física.
· Jamás se ha interesado por el trabajo que realizamos. No ha visitado los talleres municipales, no se ha interesado por las condiciones, manifiestamente mejorables, en que desarrollamos nuestro trabajo y atendemos a los usuarios, entre ellos muchos niños y niñas, en los diferentes cursos de la Casa de la Cultura.
· En cuanto al taller de pintura, le hemos solicitado varias reuniones para hacerle saber las deficiencias y mejoras que habría que realizar. En el último momento todas estas reuniones fueron anuladas (hasta cuatro veces) porque, según ella, había cosas más importantes que hacer, sin que supiéramos nunca los motivos de tales anulaciones.
· La única vez que le manifesté una propuesta de programación sobre una actividad (para el próximo 8 de marzo) lo tuve que hacer por correo. Como contestación recibí por correo un lacónico “muchas gracias” y que ya me diría. Desde entonces, y queda menos de un mes para la actividad, no sé nada ….
El 11 de febrero recibo un correo del técnico de su parte que : ok a la exposición. Mi respuesta al respecto es contestarle que lamentablemente tenemos que suspender la exposición dado que llega demasiado tarde su contestación , lleva mucho trabajo previo el montaje de una muestra.
La respuesta suya fue que le sorprendía, pues la sala ya estaba reservada para nosotras. A día de hoy no dispongo de dotes adivinatorias y le expliqué ( nuevamente por correo ) el gran trabajo que lleva un montaje , el cual se realiza en horas fuera de nuestro horario habitual de trabajo y que ahora ha decidido no pagarse …
ES claro y evidente que existe una gran falta de comunicación, y así es muy complicado trabajar...
· Ni ella ni nadie nos informa sobre las obras de la nueva Casa de la Cultura, que están paradas desde hace… años.
· Se ha despreocupado de la organización de los trabajos de fin de curso, para los que necesitamos, como siempre, un espacio de exposición.
· Ha mostrado la indiferencia más absoluta para pagar cuando corresponde a los compañeros autónomos que trabajan en los talleres culturales municipales, hasta el punto de que alguno de ellos, tras meses trabajando y sin cobrar, se planteaba renunciar a su puesto de trabajo que desempeñaba con entusiasmo y talento.
Podría seguir con más ejemplos, pero el espacio para las cartas es limitado.
¿Qué le pido a la Concejala? Que cumpla con sus responsabilidades de cultura, que nos atienda, que su relación con el personal de Cultura no se limite al WhatsApp y los mensajes de texto ¿Se imaginan a alguien que cobrara por hacer acto de presencia en su puesto de trabajo sólo de manera virtual, a través de una red social o con emoticonos? Pues eso es lo que tenemos.
Yo y muchos compañeros de la Casa de la Cultura nos sentimos desatendidos. Me da igual el motivo. Sólo sé que lo sufro, como otros compañeros y los usuarios, y que esa actitud no es nada positiva para desarrollar nuestro trabajo.
Con esta carta me gustaría que tome conciencia de lo que pasa, para que las cosas se hagan mejor, por el bien de la cultura en Azuqueca.
Cristina Llorente López. Profesora de pintura del centro cultural de Azuqueca de Henares