España sin líder en medio de la tormenta perfecta
Desde el confinamiento, la vida es un huracán de sensaciones. Una montaña rusa de ánimo-desánimo, intentando no perderle nunca la cara a la esperanza. Las noticias son un túnel negro del horror y todos queremos que pasen dos o tres meses con la máxima urgencia y el mínimo dolor, pero la realidad de cada día es que el reloj de pronto se ha quedado parado y tenemos que convivir cada minuto con la tragedia, el miedo y la duda. El drama es total, desolador. España entera, atribulada en su imprescindible retiro y en el caos de los hospitales, espera junto a la verdad que alguien se ponga al mando con ímpetu y energía y ofrezca el liderazgo y las palabras que necesitamos en estos momentos de excepción y que no llegan. No las oímos, no están. No terminan de llegar los mensajes, no los encontramos. No los que necesitamos en estos días de zozobra y con el mundo entero en vilo. Los líderes de verdad son para estas grandes ocasiones y siento que no los tenemos.
Faltan referentes. Sobra confusión. La verdad anda agazapada en medio del ruido y sólo aparece turbia y embarrada, hay que buscarla telescópicamente quitando tanto desperdicio alrededor. Y yo siento que, en medio de este gigantesco tsunami, no encontramos al líder que nos vaya despejando el camino e ilumine nuestro día a día y nuestros corazones hasta la salida final, que llegará. Vamos sin guía buscando la luz y nos estamos viendo obligados a explorarnos dentro a nosotros mismos y encontrar allí la fuerza que ninguna palabra nos da. Esta ausencia es atronadora, este silencio ensordecedor. Somos nuestros propios guardianes y somos los que estamos consiguiendo individual y colectivamente mantenernos en pie: España podrá con esta oscuridad y saldrá muy pronto de ella, pero debemos mantener la fuerza y el coraje y encontrarlo cada día en la voluntad y en el ánimo, a pesar de que la realidad nos siga ofreciendo terribles imágenes en los telediarios y el presidente Sánchez sea el perfecto ejemplo de la banalidad en el peor momento posible y no sepa transmitir más que desconcierto y desbarajuste. Y cálculo. Improvisación en medio de circunstancias sin precedentes que han sobrepasado con claridad a su Gobierno.
Los españoles sin liderazgo en tiempos excepcionales. Lamento decirlo, es lo que veo y lo que siento. Habrá un antes y un después de esta crisis del coronavirus, evidentemente. E imagino que, como en otros grandes momentos históricos, la España que saldrá de esta crítica hora será muy diferente a la España que entró en ella. Tal vez, no lo sé, es tan sólo una sensación muy fuerte de estos últimos días. Un apunte a vuelapluma. Las consecuencias serán muchas e importantes y supongo que ocurrirá lo mismo en esta Europa de liderazgos generalmente de medio pelo. El momento es muy grande y está por encima de los políticos de nuestros días. Vivimos desolados bajo esta tormenta perfecta sin un referente del que recibir verdad, apoyo y consuelo.