El Comentario

Es el tiempo de los científicos y de la cultura. La tierra nos concede otra oportunidad

8 abril, 2020 00:00

Demasiadas casualidades se han dado para que el homo sapiens habite este planeta, y eso gracias a que Dios o un Dios está empeñado en que esto sea así; tenemos ahora ante nosotros una nueva oportunidad de salvarnos de una futura extinción cuyo único responsable por el momento parece que es el “homo destructor”.

Antes me vais a permitir unos breves comentarios sobre la evolución de los primeros homínidos, para entender dónde nos encontramos. Hace unos 10 millones de años, en un lugar del África más oriental (Kenia, Tanzania…) los chimpancés, orangutanes, bilovos y algunos homínidos decidieron diferenciar sus destinos. Según el estudio filogenético pertenecemos a la superfamilia Hominidae, que se divide en la familia Hominidae (la nuestra), y la familia Pongidae, que engloba a los primeros. Algo parecido a nuestros días, un cambio climático condujo a ambientes más secos y determinó que grandes masas forestales fueran sustituidas por amplias zonas de sabana, donde el homínido aún no bípedo se encontraba en clara inferioridad y podía ser devorado por las fieras de esta región africana. En esta situación, algunos homínidos (del género artidithecus y australopitecus) decidieron mantenerse sobre sus patas traseras, así de esta forma podrían visualizar al enemigo con más facilidad. Hay datos que constatan signos de bipedestación (restos fósiles de huellas a partir del estrato de lava solidificada), “las huellas de Tanzania “(1979) con una antigüedad de poco más de 3,5 millones de años.

De no haber sido por la adquisición de una postura erguida que mejorase la perspectiva y visualización de los animales agresores, estos primeros homínidos hubieran desaparecido, pero no fue así, y evolucionaron a h. hábilis (ancestros hábiles que crean los primeros utensilios, herramientas, y las primeras cabañas); con este homínido se inicia el género homo (puede considerarse “nuestro bisabuelo”). Este primer homínido hábil actúa de dos formas distintas, unos los más intrépidos y aún no suficientemente evolucionados deciden una primera migración fuera de África (1.8 millones de años), que fracasará con el neandertal. Otros deciden esperar a sentirse mejor preparados, más evolucionados y protagonizan una segunda y definitiva oleada fuera de África (100.000 a 170.000 años).

Los neandertales, una especie muy desarrollada e inteligente, muy parecidos a nosotros e incluso se hibrida con los sapiens durante los 10.000 años de convivencia (Arsuaga). De ellos nos diferencia sobre todo la cultura material –que se refiere a la tecnología, ordenadores… y no es indicador de inteligencia- pero este hombre de las cavernas (neandertal) se encuentra confinado en cuevas, diezmado y con altas tasas de consanguinidad. Cansado, agotado de tanto resistir, y recluido como un exótico oso panda (E. Carbonell), compite con el sapiens por el alimento, finalmente sucumbe en pos de la especie moderna.

Fruto de esta hibridación sabemos que los sapiens no africanos compartimos 2% a 4% del peso genético; para lo bueno (mayores niveles de vitamina D, resistencia del sistema inmunitario…) y también para lo malo (riesgo de esquizofrenia o en acúmulo de grasa en abdomen).

Estamos convencidos que si hoy un neandertal recibiera desde que nace una educación, hábitos y cultura material (útiles, tecnología, ordenadores, móviles…) como cualquiera de nosotros, resultaría un individuo muy adaptable a nuestra civilización y costumbres, y seguramente más solidario que muchos de nosotros.

Demasiadas casualidades, quizás la Tierra se apiade de nosotros y nos conceda una nueva oportunidad después de superadas ciertas situaciones límite: el fortuito impacto choque entre la Tierra primitiva y un cuerpo del tamaño de Marte (Theia), resultando además de nuestro satélite y benefactor Luna, una determinada inclinación óptima para nuestro planeta que permite los cambios estacionales; la extinción masiva de los dinosaurios atribuida al impacto de un enorme asteroide; las dos migraciones I y II fuera de Árica de nuestros antecesores; la II GM y posterior Guerra Fría felizmente superada en 1990 (el acercamiento entre los mandatarios Ronald Regan y Mijail Gorbachov seguido de la caída del muro de Berlín, 1989).

Es cierto que fueron los científicos quienes crearon la bomba atómica, y encabezando este grupo Einstein, Enrico Fermi, Alvin Eeinberg o Robert Oppenheimer; el primero un férreo pacifista ya lo había demostrado declarándose apátrida durante la I GM huyendo de su país natal, Alemania. Este mismo rechazo mostró durante la 2ª GM. Sin embargo, en 1939, ante el riesgo inminente de los nazis remitió una célebre carta al Presidente Roosevelt, donde aconseja que el país se abastezca de uranio, pues no se fía de sus excompatriotas. Este documento puso en marcha el proyecto Manhattan, cuyo objetivo era fabricar la primera bomba atómica Fat man. Pero también es cierto que una vez que tuvieron en sus manos estas armas letales surgieron las dudas razonables acerca de si se debía utilizar semejante arma. Sin embargo ya era demasiado tarde, los científicos habían perdido el poder; en realidad el poder nunca pertenece a los científicos, somos mano de obra por mucho que sea este de alto nivel, y este es el verdadero problema. El poder es de los políticos, a menudo individuos con escasa formación y cultura y frecuentemente sin escrúpulos.

De ahí la importancia que tiene una formación global en cultura, extensible a las carreras técnicas, e ingenierías, y desde luego para aquellos que se quieran dedicar al servicio público. Este tamiz o poso adquirido nos ayudará a orientar críticamente las decisiones y de esta manera ofrecer las mejores respuestas encaminadas al bien común. Ya lo ha comentado ampliamente el escritor y profesor Nuccio Ordine: “El objetivo principal de la enseñanza en las escuelas secundarias debe ser la profesionalización, pero no significa perder de vista la dimensión universal de la enseñanza”. Einstein se refiere a una “personalidad armónica” y el desarrollo de una capacidad general que permita un pensamiento y juicio independientes. A esta idea del genio alemán debemos sumar las opiniones de M. Curie, o su amigo y anfitrión en España el doctor médico y humanista Gregorio Marañón, y mucho más recientemente la primera mujer directora del CERN (centro colisionador de hadrones europeo) en Ginebra, la física de partículas Fabiola Gianotti, que en varias entrevistas ha defendido la importancia que en su formación tuvieron las disciplinas humanísticas. Lo mismo que su madre, inicialmente siguiendo su estela centró los estudios en las humanidades clásicas. Sin embargo, ya de adolescente, debido a su interés por las grandes cuestiones filosóficas de la vida la acercaron a la física. En efecto, al final es lo mismo o lo uno te lleva a lo otro… De una manera o de otra estos autores ahondan en un concepto: la relación entre creatividad y pensamiento.

No perdamos nuestras raíces culturales, y ahora que todos miramos angustiados y con cierta humildad (no siempre) a la Ciencia, aprovechemos para que los científicos recuperen el poder que siempre tuvieron que ostentar.

Jesús Romero. Médico