Antoine de Saint-Exupéry cuenta como el Principito mantiene una conversación con el hombre de negocios que habitaba el cuarto planeta, alguien que contaba y poseía estrellas, que eran suyas porque él las había pensado primero, algo que le servía para ser rico, pero su riqueza consistía en guardar en un cajón la contabilidad de estrellas que decía poseer. A ello, el Principito le contestó: “Yo poseo una flor, que riego todos los días. Poseo tres volcanes, que deshollino todas las semanas, pues también deshollino el que está apagado. Nunca se sabe. El hecho de que yo los posea es útil para mis volcanes, es útil para mi flor. Pero tú no eres útil para las estrellas…”.
La política, tan necesaria para dar solución a muchos de los problemas de nuestra vida cotidiana, se está convirtiendo en un espantajo, impropia de gente civilizada. Tengo la terrible sensación de que no se ha tomado plena conciencia de la gravedad de lo que nos ha ocurrido y de sus derivadas económicas, políticas y sociales. Hay demasiado ruido en el ambiente. Este es, en España, el acontecimiento más grave desde la Guerra Civil hace más de 80 años y el más lóbrego de los ocurridos en el mundo desde la II Guerra Mundial, hace 75 años. Esta pandemia marcará la vida de varias generaciones y lo hará con mayor o menor profundidad en las personas que la estamos viviendo.
No habría que repetir la importancia de la política en situaciones como esta. Muchos de nuestros conciudadanos han sufrido y siguen sufriendo la angustia de la incertidumbre y son conscientes de que estos son los momentos sobre los que se percibe la utilidad o inutilidad de la política y las instituciones. Es el momento de la gran política. ¿Y qué es la gran política ? La gran política no tiene un relato fácil porque la responsabilidad no está de moda en la vida pública, pero la vida pública debe ofrecer confianza a la ciudadanía, nace de la voluntad de la comunidad y se compenetra con la autoridad moral, expresa trascendencia e importancia de las cosas, se hace escuchando, se ejerce dialogando y pactando, genera consensos, procura la convergencia en la diversidad, opera desde la lógica del pluralismo, unifica por el acuerdo e inspira respeto, interpreta la realidad y prima el bien común sobre los intereses de partido. La política no debe ofrecer milagros, por el contrario debe hacerse comprender, exige de la discusión de propuestas, de fuertes consensos. Su razón de ser es percibir el interés general de la inmensa mayoría.
Sin embargo, la pequeña política se basa en el resentimiento, en la incompetencia, la desinformación, el barullo, el populismo, en hacer creer lo que no es, en el maniqueísmo, en resaltar lo bueno de lo propio y lo malo de lo ajeno. La pequeña política no actúa con solvencia ante un conflicto, ni responde al interés general de la ciudadanía porque no percibe ni las propuestas ni las medidas, no hay capacidad de entrega ni de consenso y sí de evasión, de engaño y huida. La ciudadanía percibe engaño y contradicción, y cómo se pretende identificar el interés general con el interés de partido.
El pasado miércoles día 5 de junio se firmó el acuerdo político por la recuperación de Castilla-La Mancha post-COVID 19, entre el Gobierno regional, el partido de Ciudadanos y el PSOE. El pasado 2 de mayo se firmó otro acuerdo con empresarios y organizaciones empresariales, y al que sucederán otros con colectivos sociales y diversas instituciones. Pero, sin duda, el acuerdo político es de gran interés por el significado y la imagen de unidad que los partidos y el Gobierno regional han de dar frente a la crisis.
Sin embargo, a pesar de los intentos realizados tras dos meses desde que se les entregó el primer documento, la constitución de grupos de trabajo y las comparecencias informativas en las Cortes de todos los consejeros, el Partido Popular de Castilla-La Mancha se ha situado en el dontancredismo, no sugiriendo propuesta alguna, no aportando nada -es decir, nada de nada- a cuantas reuniones ha asistido.
Paralelamente, su presidente regional -el Sr. Núñez - dice haberse reunido, como si de una maratón se tratara, con 712 colectivos. Y de estas reuniones haber extraído, primero cien propuestas –que nos dijo tenía el 2 de mayo, pero que nunca entregó– para ir incrementarlas hasta las 500 que, según ellos, presentaron en las Cortes el pasado 29 de mayo en forma de Proposiciones No de Ley, algo que nos anunciaron al tiempo que nos reuníamos. ¿Por qué no lo hicieron en la Comisión de Coordinación del Pacto? Me tomé la molestia de leer las 42 PNL presentadas y comprobé como el número de propuestas no llegaba a 200. ¿Y las otras 300, dónde están? No consiste la política en encontrarse con colectivos y extraer propuestas de estas reuniones para almacenarlas en un cajón o diferirlas a la tramitación parlamentaria sino ofrecerlas, discutirlas y debatirlas con inmediatez para, como decía el Principito, “ser útil a las estrellas”; es decir, ser útil a tu Región.
No puede ser que el Partido Popular juegue al gato y al ratón. Un partido que dice tener vocación de gobernar no puede ir jugando ni con los colectivos con los que dice haberse reunido, ni con el número de propuestas que dice haber elaborado. No puede decir que quiere pactar y en el mismo relato decir que ellos “no van a blanquear a Page”. Cuestionando los pactos, los acuerdos con la sociedad civil, con los agentes sociales, con las instituciones, con los partidos políticos, difícilmente puede arrogarse el PP de Castilla-La Mancha ninguna legitimidad como oposición constructiva y útil.
Sin embargo, tenga por seguro el Sr. Nuñez que si él hubiese presidido Castilla-La Mancha, ante la grave tragedia que nos acontece, hubiera contado con nuestro apoyo incondicional, sin pedir nada a cambio. Y no sería por usted, sería por la gente, por los ciudadanos de Castilla–La Mancha. Por nuestra Región, en definitiva; por ser útiles a todos nuestros paisanos.
Fernando Mora Rodríguez es presidente del Grupo Socialista en las Cortes de Castilla-La Mancha