Nota explicativa del voto negativo de Adolfo Suárez Illana a la PNL de los Grupos Parlamentarios Socialista y Confederal de Unidas Podemos–En Comú Podem–Galicia en Común, relativa a la retirada de condecoraciones a funcionarios y autoridades franquistas que hubiesen observado conductas incompatibles con los valores democráticos y los principios de protección de los Derechos Humanos. El voto negativo de Suárez Illana contrasta con la abstención de su partido, el PP, en esa misma votación del Pleno del Congreso de los Diputados, Sesión número 26, de 10 y 11 de junio de 2020.
Carta completa de Adolfo Suárez a la que ha tenido acceso EL DIGITAL:
Buenos días.
Quiero explicarles por qué hoy he votado en conciencia, tal y como permiten los Estatutos del partido al que pertenezco. Vaya por delante que soy consciente de lo inusual de esta decisión y también de que el partido podrá tomar las decisiones que considere oportunas.
Explicar el voto significa explicar lo que a mi juicio se votaba y no se votaba hoy.
Hoy no se votaba el respaldo a los comportamientos execrables aludidos en el texto de la Proposición No de Ley. Tampoco se votaba la evidencia de que ninguno de ellos podrá nunca superar en crudeza el hecho mismo de la Guerra y la dictadura. Mucho menos se votaba la convalidación de la dictadura misma. Y tampoco la propuesta venía de la mano de defensores de la vida y la libertad, sino más bien al contrario.
Hoy se votaba una Proposición no de Ley tramposa, engañosa, en la que tras el parapeto de hechos lamentables, manipulando los sentimientos de los españoles, se pretende hacer saltar la Constitución. Y para ello, se pretende meter en el mismo saco todas las decisiones que quienes la alumbraron debieron tomar para lograr el mayor período de paz y prosperidad que, a pesar de todo y a pesar de algunos, hemos disfrutado.
Hoy se pretendía iniciar un camino de destrucción de la convivencia entre españoles, imputando al conjunto del pueblo español responsabilidades por actos que ni conoce ni aprueba, no muy distintos de aquellos que varios firmantes de esta proposición se niegan a condenar, que sí conocen y que sí aprueban; y mezclándolos con otros cuya complejidad jurídica, política y moral ni se entiende ni se respeta en este texto.
Comprenderán que personalmente no puedo avalar un atropello semejante, una trampa de estas características y con una capacidad destructiva de la escasa concordia que lamentablemente nos queda ya en España.
Añado mi sorpresa por el desconocimiento que muchos parecen tener de las implicaciones prácticas que tuvo para la izquierda el sincero proceso de reconciliación y la amnistía, como abrazo y reencuentro entre españoles.
Es indiscutible que cualquier país debe poder tener una conversación sobre su sistema constitucional, pero no sobre la base de la deslegitimación y la aniquilación cívica del contrario.
Y añado algo más: una cosa es cambiar “la” Constitución y otra muy distinta pretender cambiar “de” Constitución. A lo primero no hay nada que objetar, pero a lo segundo, sí. Porque lo primero implica reconocer la legitimidad de la Constitución, que prevé su propio proceso de reforma, pero lo segundo lleva aparejada la deslegitimación de la Constitución y su destrucción.
Las inquietantes palabras del ministro de Justicia, por ejemplo, hablando de una crisis constituyente, serían respetables y, sobre todo legítimas, solo en la medida en que le avala la Constitución misma con la que formalmente está comprometido. Yo podré discrepar de ellas, precisamente porque tenemos Constitución. Y si no fuera porque en su momento hubo quien tuvo la altura de miras para alumbrarla, no podríamos dialogar al respecto, buscando resolver los problemas y las discrepancias a través de la concordia y no a través de la aniquilación del contrario, que es lo que algunos de los impulsores de esta proposición vienen haciendo durante décadas.
Ánimo de ruptura y de conflicto social es, precisamente, lo que respalda esta iniciativa. Y yo a eso digo no.
Lo último que necesita España es que quienes han erigido a ETA en faro moral de la verdadera democracia, pretendan sembrar dudas sobre su compromiso con los valores y los principios que declara en su Norma Fundamental.
Para preservar la calidad de nuestra democracia, es mucho más urgente que esta Cámara solicite del vicepresidente segundo una retractación pública de su idea de que “ETA y la izquierda vasca fueron los primeros en haberse dado cuenta de que la Constitución no instauró en España una auténtica democracia “.
Sin eso, entre otras muchas cosas, no solo es legítimo sino obligado pensar que esta iniciativa pretende cualquier cosa menos fortalecer la democracia en cuya defensa han muerto muchos españoles ante la indiferencia o incluso el insulto y el desprecio de muchos de los promotores de este texto.
Por todo esto, yo digo no. Muchas gracias.
Adolfo Suárez