Hace dos meses la Universidad de Cambridge anunció que el curso próximo se impartiría de manera exclusivamente virtual. Otras universidades de prestigio internacional del mismo país y de otros, han adoptado y anunciado planteamientos similares o idénticos para el curso entrante. Supongo que estas instituciones académicas, en base a su reputación, prestigio e historia pueden adoptar decisiones de esta naturaleza, que muy posiblemente, incluso les vayan a permitir llegar a un mayor número de estudiantes, especialmente internacionales, por las peculiaridades de la docencia virtual y a distancia propuesta para el curso venidero.
La universidad de Castilla-La Mancha (UCLM), desde su rectorado, promovió de manera similar a las universidades referidas, un modelo de docencia “preferentemente on line” para el curso 2020/21. Una semana después, la decisión inicial fue rectificada hacia un modelo que garantice la máxima presencialidad posible.
Las numerosas virtudes y ventajas del modelo presencial para las universidades presenciales han sido puestas de manifiesto en los últimos días por voces más autorizadas que la mía. La UCLM, además, ha sido siempre una universidad con una relación muy cercana entre profesores y estudiantes. Esta ha sido, es, y debería seguir siendo, una de nuestras señas de identidad y de nuestras ventajas competitivas con otros sistemas universitarios limítrofes, en los que los grupos de estudiantes son mucho más numerosos y esa relación tan directa y personal entre estudiantes, profesores y personal de administración y servicios no puede darse. Por ello, no debemos renunciar nunca a perder esta importante peculiaridad, ya que podríamos estar poniendo en peligro nuestra esencia y por tanto nuestro futuro.
En cualquier caso, creo que el debate sobre docencia on line, sí o no, para el próximo curso, no se ha focalizado bien en lo esencial, y ha estado liderado, una vez más, por lo estéril y lo superfluo. Sinceramente creo que no se trataba de apostar por un modelo u otro, sino que se trataba y se trata, de planificar posibles escenarios, para qué en base a como sea la evolución de la pandemia, se pueda garantizar a los estudiantes un escenario de certidumbre con la mayor presencialidad posible, garantizando siempre su salud, y la de todo el personal de nuestra institución, siendo esta última condición indispensable. Este era y es el reto al que nos debemos enfrentar para poder proporcionar un modelo de presencialidad segura, responsable y adaptada a la nueva situación generada por la actual crisis. Además, debemos preparar planes de contingencia a los que se pueda derivar, si la situación sanitaria lo requiriera, de una manera rápida y directa, con pasarelas preparadas y ordenadas. Estos planes nos deben permitir una transición rápida y segura de un escenario a otro, garantizando en el conjunto del cuatrimestre, la máxima presencialidad, la cual no debería limitarse, como planteamiento poco ambicioso, únicamente a la de las actividades prácticas y de evaluación.
Para poder desarrollar de manera segura y responsable este nuevo modelo de enseñanza presencial, el equipo directivo de la UCLM debe comunicar las nuevas directrices a seguir. Además, este equipo debe poner a disposición de los centros todas las instalaciones propias y ajenas disponibles. Es fundamental que los centros conozcan pronto con que instalaciones comunes de la UCLM, y de otras entidades, podrían contar, así como cuáles son sus capacidades para poder organizar la docencia de los grupos grandes y pequeños. Es importante que los equipos directivos de Escuelas y Facultades conozcan los aforos postpandemia de nuestros paraninfos, salones de actos, salones de grado, salas de juntas, etc. Igualmente deberán conocer los horarios de ocupación de los mismos para eventualmente poder intercalar la docencia de cursos consecutivos en horarios de mañana y tarde. Se debe dar prioridad a todo esto para poner a disposición de los centros todas las instalaciones posibles con el objetivo de intentar garantizar la docencia presencial del mayor número de estudiantes y durante el mayor tiempo posible. Y si fuéramos valientes, igual que durante la pandemia se han montado, en algunas ciudades “hospitales de campaña”, se deberían montar “aularios de campaña”, por ejemplo, en los halls o en los grandes espacios vacíos situados en las entradas de nuestros edificios, para incrementar nuestras posibilidades. Todo ello, para contribuir a garantizar lo que es la esencia de nuestra universidad para nuestros estudiantes y sus familias, su presencia en nuestras aulas, laboratorios, seminarios, pasillos, cafeterías, etc. Con toda esta información, los centros que son los que mejor conocen sus necesidades, números de estudiantes y peculiaridades, podrán organizar y planificar las actividades docentes para el próximo curso académico.
Un tratamiento especial y diferenciado merecen siempre los estudiantes de primero. No podemos dejar abandonados a su suerte, en un modelo de docencia on line, a estos estudiantes, ya que ello contribuiría muy posiblemente a su fracaso académico. Pero, además, debemos dotar, a todos nuestros estudiantes, pero a aquellos de los primeros cursos de manera especial, de un “morral” de emergencia con los conocimientos e instrumentos necesarios, qué adquiridos con tranquilidad, les pudieran ser de gran utilidad si eventualmente, la situación sanitaria volviera a recomendar el confinamiento total.
Una vez organizado el modelo docente y los posibles planes de contingencia se debe comunicar rápidamente a estudiantes y familias, para intentar revertir pronto el estado de confusión e incertidumbre que la situación actual está generando. Estoy seguro que estamos dispuestos y cualificados para hacerlo porque profesores y personal de administración y servicios de la UCLM han demostrado estar más que preparados y comprometidos para ello, pero necesitamos antes las directrices necesarias y oportunas que sean capaces de dar confianza y liderar este gran reto.
Para que la Universidad de nuestras vidas permanezca en el corazón de nuestras ciudades y participe en la vida económica, social y cultural de los territorios, nuestros estudiantes tienen que poder volver a los campus. Todo ello, por supuesto con la correspondiente prudencia, pero determinándola adecuadamente. La prudencia dispone a la razón para determinar qué debe hacerse y qué no. Son pues contrarios a la prudencia tanto los actos por exceso como los por defecto. Es cierto que en nuestra situación suelen ser más graves las conductas imprudentes pues ponen en riesgo al sujeto que las ejecuta y a los demás. Pero, no hacer lo debido por miedo injustificado tampoco es sensato ni juicioso.
Con la adecuada y oportuna prudencia, trabajemos para garantizar desde el 1 de septiembre la máxima presencialidad en la Universidad de nuestras vidas a nuestros estudiantes. Este asunto no puede organizarse sin el Rector al frente del rectorado.
Vosotros estudiantes de primero, sabed que os estamos esperando, y que estaremos preparados para recibiros como necesitáis y os merecéis.
José Julián Garde López-Brea es catedrático de Universidad. ETSIAM. Universidad de Castilla-La Mancha