Mari Torrejón es la última quiosquera del Casco Antiguo de Toledo, barrio de 11.000 habitantes que llegó a tener hasta ocho quioscos de prensa y otros tres puntos de venta agregados; once establecimientos ofertaban a los residentes del distrito amurallado alguna de las ocho cabeceras estables coexistentes en Toledo entre la década de los 80 y los 90 (Ya, La Voz del Tajo, El Día, ABC, Lanza, La Tribuna, Bisagra, Aquí y Ecos, entre otras).

Hoy, sólo Mari aguanta enclaustrada en ese diminuto habitáculo de la Plaza de Zocodover donde las horas pesan más de la cuenta en el frío helador invernal, o en la tórrida calima que ha convertido a Toledo en el “brasero” de Castilla-La Mancha. Extremas condiciones climáticas que no han impedido la cita diaria de Mari con todos sus clientes y lectores, sabedores como somos que siempre encontraremos en su quiosco nuestro periódico o revista preferido.

Tanto es así, que en pleno estado de alarma ha abierto los cien días (salvo Viernes Santo) que ha durado el confinamiento provocado por el coronavirus, a pesar de que ella, por razones de salud, ha sido y es persona de alto riesgo. Embozada en una mascarilla, y más tarde “protegida” por una rudimentaria pantalla de metacrilato, ha estado al pie del cañón de 8 a 14:30 horas, de lunes a domingo, para que los rotativos locales y nacionales pudieran llegar a las manos de los vecinos que habitamos el Casco Antiguo de Toledo, y que de no ser por Mari no hubiéramos tenido acceso a la información escrita en papel.

Abnegación que debería merecer el reconocimiento unánime de los periodistas, de todas y todos aquellos que nos dedicamos al apasionante reto diario de llenar una página en blanco, ya que de nada serviría nuestro trabajo si no hubiera personas que como Mari Torrejón se encargaran de difundirlo, aún a riesgo para su salud como es el caso que nos ocupa, por no citar otras adversidades a las que se ha visto expuesta esta heroína de la letra impresa.

Creo, compañeros y directivos de los medios de comunicación de Toledo, que sería de justicia reconocer el trabajo de Mari Torrejón, que junto a otros colectivos (sanitario, Fuerzas de Seguridad, Ejército, alimentación, limpieza, agricultores…) ha trabajado duro, en este caso para que la libertad de prensa se expresara en toda su grandeza, además de poner dinero de su bolsillo en no pocas ocasiones para que los lectores pudiéramos llevarnos a nuestras casas el periódico deseado.

Gracias Mari Torrejón por tu defensa de la LIBERTAD DE PRENSA.