La imagen de más de 35 bebes en un hotel de Kiev nacidos a través de vientres de alquiler aparecida hace poco más de un mes en distintos medios de comunicación nos muestra un ejemplo de los más de 100 niños que, según éstos medios, actualmente están en Ucrania debido al cierre de las fronteras ocasionado por el COVID-19, a la espera de ser recogidos por quienes entienden ser sus padres legales, entre los que se encuentran varias parejas españolas.
Dado que en España la maternidad subrogada no es legal, no existen cifras oficiales acerca de cuantas personas recurren a este sistema para cumplir su deseo de ser padres, si bien se estima en redes sociales que aproximadamente un millar de niños al año vienen a nuestro país tras ser concebidos por este sistema.
Son muchas las voces que se alzan en el sentido de que, si la técnica permite esta manera de concebir, debe por ello ser legal, en aras a los derechos del niño. Nadie puede negar a estas alturas que las parejas que acuden a este sistema necesitan de agencias intermediarias las cuales cobran sus precios por estos servicios, ofreciendo incluso paquetes con diferentes tarifas.
Tal es así que ya en el año 2016 y 2017 se celebró en Madrid “Surrofair”, una feria informativa sobre maternidad subrogada, con gran participación de agencias internacionales que ofrecían estos servicios. Si se entra en la pagina web de esta Feria se puede comprobar el coste del tratamiento por gestación: desde 110.000 a 160.000 euros si se practica en EEUU y de 50.000 a 60.000 euros en Ucrania.
De poco nos sirve que en España esta práctica no sea legal si se busca evadir la ley viajando a otros países a adquirir el deseado hijo, lo que supone una legalización de facto de algo prohibido expresamente por nuestra ley.
Y sí, con la maternidad subrogada, vientres de alquiler o como lo queramos llamar, se compra o se adquiere un hijo, expresiones propias de cuando se adquiere una cosa u objeto.
El que exista un precio y medie un contrato es signo ineludible de una transacción comercial. Hoy más que nunca es imprescindible llamar a las cosas por su nombre, pues las imágenes siempre tiernas de unos bebes recién nacidos no pueden hacernos olvidar que el ser humano, digno por naturaleza, no se adquiere, ni se compra ni se vende.
Areópago es un grupo de opinión, con sede social en Toledo, formado por un conjunto de cristianos que desean hacer llegar su voz a la sociedad