El mapa municipal español consta de más de 8.000 municipios, muchos de los cuales, sobre todo en las zonas rurales, tienen pocos recursos y una envejecida y escasa población. De este total, 6.810 tienen menos de 5.000 habitantes, 3.789 no alcanzan los mil y, de éstos, 1.074 no llegan ni a 100 vecinos.
Con el paso de los años, vemos que se va acrecentando el éxodo rural de un ya diezmado campo, lo que provoca un círculo vicioso ya que a menos gente, la calidad de los servicios públicos empeora y ante la falta o empeoramiento de dichos servicios se expulsa más población a las ciudades. Esto provoca un doble problema, una masificación en las periferias de las ciudades empeorando también sus condiciones de vida y en los pueblos se crea una ciudadanía de 2ª clase, ya que no pueden acceder a los servicios públicos ni a opciones laborales como el resto de ciudadanos en las ciudades.
Frente a los recortes en derechos y servicios públicos y las propuestas de fusión convendría poner sobre la mesa y plantear el debate de una “nueva carta puebla” que asegure la vida de los ciudadanos en estas áreas rurales, bajo el marco administrativo de la comarca funcional que articulase el territorio en dichas zonas rurales invertebradas en detrimento o sustitución de las diputaciones provinciales.
Vemos, por tanto, que es necesario una reforma territorial capaz que vertebrar los diferentes territorios de nuestro país sin dejar desconectadas áreas de baja densidad de población o rurales, frenando así la despoblación de dichas zonas fijando población a través del impulso económico y la garantía de la prestación de servicios públicos en todos los municipios, poniendo en valor nuestros pueblos de España.
Este conflicto campo-ciudad no es nuevo ni de este siglo. Como diría Marx entre 1855 y 1856, “la oposición entre la ciudad y el campo se [encuentra] en toda la historia de la civilización y que la mayor división del trabajo material y espiritual viene dada por la separación entre la ciudad y el campo”, por lo que quizás, estas medidas sirvan simplemente de parches en un contexto capitalista global que supone un avance encaminado a la constitución de ciudades globales que se “independizan” de sus respectivos Estados para competir entre ellas en el sistema-mundo, intensificando este conflicto y situando aún más a los pueblos en las periferias de los Estados. Por ello, habría que repensar alternativas más profundas que superasen las lógicas capitalistas para poder resolver el conflicto campo-ciudad.
Esto se corrobora con el caso de las macrogranjas en Castilla- La Mancha, por poner un ejemplo. Es un caso paradigmático de cómo se va concentrando el capital en menos manos sin crear nuevos puestos de trabajo y, además, con un impacto medioambiental muy grave.
Históricamente los partidos de la izquierda transformadora han ido centrando sus discursos en torno a las ciudades y a un contexto urbano, por lo que es necesario, para no dejar morir a los numerosos pueblos del medio rural español y que sea una vía de acceso de la extrema derecha, que el espacio político que ocupa Unidas Podemos e Izquierda Unida sea fuerte y sepa defender los intereses de las gentes de estas zonas, encontrando un equilibrio y favoreciendo siempre a las trabajadoras y trabajadores entre el medio ambiente rural y las oportunidades laborales.
La aparición de nuevos partidos como Teruel Existe es un síntoma de la desafección de las zonas rurales frente al poder estatal, pero no es suficiente. Esas manifestaciones, a pesar de ser enriquecedoras e incluso motivadoras, lo único que consiguen es dividir aún más a las capas populares y trabajadoras de España, apareciendo cada partido “regionalista” por circunscripción electoral, ya que este discurso y la defensa de los intereses de la España vaciada deben ubicarse en un contexto de concentración del capital en torno a las ciudades -principalmente Madrid, Barcelona y las zonas costeras- y enlazarlo con una perspectiva de clase.
Las medidas para afrontar y dinamizar el campo están íntimamente relacionadas con crear una nueva relación campo-ciudad a través de esa “nueva carta puebla” estableciendo un sistema policéntrico basado en las áreas funcionales y en las comarcas, acompañadas de una fiscalidad rural especial orientada a la industrialización y repoblación. La comarca establecida tendría una naturaleza de comarca funcional, es decir, conformaría un Área Funcional Urbana (FUA) con un centro que permitiera la cohesión del territorio, al estilo sueco y como dictan los diferentes documentos europeos como la Estrategia Territorial Europea (ETE).
Estas medidas se podrían agrupar tanto en medidas institucionales tales como aprovechar de una manera eficaz y eficiente los diferentes fondos europeos, o apostar por las comarcas funcionales, en detrimento de las diputaciones provinciales, como en entes territoriales que fortaleciesen lo local, instando a una reordenación de competencias para potencias a los municipios y las correspondientes organizaciones supramunicipales.
Con respecto a las medidas económico-laborales, entre ellas pueden encontrarse la apuesta firme por una fiscalidad verde y rural que permitiera la reindustrialización del medio rural y que beneficiara el retorno, incluyendo propuestas de teletrabajo de tal manera que se pudiera ligar dicho trabajo a la residencia, lo que supondría una inversión profunda en nuestros pueblos de fibra y el acceso a las telecomunicaciones en el medio rural;
Y, en relación a las medidas relativas a los servicios públicos, considerar el transporte como un servicio público esencial, ya sea mediante el autobús o el tren, que se pudiera vivir en el pueblo y poder estar comunicado con otros pueblos o con la ciudad, aunque supusiera a corto y medio plazo pérdidas. Es una apuesta de futuro y una inversión para nuestros pueblos como también lo es asegurar otros tipos de servicios como la educación, la sanidad y la vivienda. Si no llega la iniciativa privada en el medio rural, las administraciones y la sociedad civil deberían asumir el protagonismo de estas acciones.
En definitiva, aunque parezca que España se vaya a romper por Cataluña, por donde realmente se está rompiendo es por sus pueblos, luchemos por ellos.
Jorge Rubio es coordinador Local de IU Miguelturra