Comisión de estudio: luz y taquígrafos
Hace apenas unos meses la palabra “coronavirus” nos sonaba a chino. Hoy el coronavirus es, por desgracia, el elemento más familiar de nuestra vida cotidiana. En el contexto de esta pesadilla febril en la que parece haberse ido convirtiendo el año 2020, el Covid se ha pegado a nuestra piel y no logramos deshacernos de él ni con litros de gel hidroalcohólico, mientras las pantallas de nuestros televisores se infectan de alarmantes gráficos que dibujan caídas al precipicio económico.
En Castilla-La Mancha hemos sufrido de manera particularmente cruel la incidencia del virus. En los días previos se despreció la advertencia de Ciudadanos porque “era un error generar alarma”. Y en las semanas de mayor intensidad todos asistimos impotentes al caos en las salas de urgencias atestadas de pacientes que no podían ser atendidos ante la falta de medios humanos y materiales. Vimos a nuestros héroes de bata blanca, los sanitarios, tratando de protegerse con bolsas de basura y reutilizando una y otra vez mascarillas desechables. Vimos las residencias de mayores convertidas en auténticas ratoneras.
Todos vimos el desastre y todos vimos, también en las semanas de mayor desesperación, al presidente de Castilla-La Mancha presumiendo en prime time de que aquí no pasaba nada, que aquí todo estaba estupendamente y que sobraban camas en los hospitales. Que comprar por error respiradores defectuosos no tenía tanta importancia y que los abuelos de las residencias, en fin, no son personas válidas. Y que la oposición debía guardar silencio para no molestar, y que los médicos y enfermeros no debían grabar imágenes del colapso sanitario. Que nos quejábamos de vicio.
Ante la evidencia de una segunda ola, un partido como Ciudadanos, con vocación sincera de utilidad pública, se hace una pregunta: ¿Qué beneficia más a la ciudadanía, hacer leña del árbol caído o contribuir a sentar las bases para corregir el futuro ante la situación sanitaria y económica más incierta? Y la respuesta es evidente. Nada aportaremos a la sociedad desde la crítica improductiva.
Claro que hemos denunciado la desastrosa gestión. Lo hemos hecho tal vez con más dureza que el otro partido de la oposición -ahí está la hemeroteca-. Pero flaco favor haremos a Castilla-La Mancha si nos limitamos a decir lo mal que lo hace el Gobierno sin aportar soluciones alternativas. Precisamente por ello, por lo mal que lo ha hecho Page, nos hemos visto en la obligación moral de sentarnos con el propio Gobierno a planificar, negociar y aprobar un pacto para la reconstrucción de nuestra región. Porque no podíamos dejar la reactivación económica en las manos de quienes han demostrado semejante incapacidad para gestionar la primera crisis real a la que han tenido que hacer frente.
Una de las claves de dicho pacto es, sin duda, la comisión de estudio sobre los efectos del Covid, que se pondrá en marcha la semana próxima y por la que pasarán entre otros, expertos sanitarios para analizar lo sucedido. Serán ellos, los profesionales, quienes aportarán luz, para que no haya sospecha de interés partidista en la crítica y, sobre todo, porque son ellos quienes han padecido en sus carnes el caos. Serán ellos, los que estaban en la boca del lobo, los que escriban el relato de lo que realmente ocurrió en aquellas semanas negras de marzo y abril. Y serán los responsables políticos los que acudirán también a la comisión a dar las debidas explicaciones de qué se hizo, cómo se hizo, cuándo y por qué. No para desgastar al gobierno, sino porque la ciudadanía tiene derecho a conocer las respuestas a todas estas preguntas.
Esta comisión, que el gobierno ha aceptado a regañadientes, se llevará a cabo a iniciativa de Ciudadanos y gracias a nuestra insistencia. Sin comisión no había pacto, así de sencillo. Así que los testimonios que se vayan sucediendo entre septiembre y diciembre serán el fruto de la voluntad negociadora de nuestro partido, que se ha esforzado en conseguir importantes avances y en obligar a ceder posiciones al ejecutivo de Fuensalida, lo cual demuestra que se consigue más apretando las tuercas en una mesa de negociación que quedándose en un rincón refunfuñando por todo, como si hubiera una especie de freno moral que impidiera al otro partido de la oposición acercarse al Gobierno siquiera para forzarle a adoptar medidas que por sí solo jamás asumiría. El trabajo lo ha hecho Ciudadanos.
Porque también en el contexto de esta crisis hemos visto dos modelos distintos de hacer oposición. Desde Ciudadanos, y a las pruebas nos remitimos, estamos convencidos de que la oposición se lidera desde la lealtad a la sociedad castellanomanchega, que pasa por el despliegue de una voluntad política exigente y constructiva. El veto inútil al adversario puede servir para marcar perfil ideológico o para encender los ánimos de la parroquia propia, pero no contribuye a aportar soluciones, tan necesarias ante el panorama que tenemos por delante.
La situación que vivimos en Castilla-La Mancha y en el conjunto de España es tan sumamente grave que nos obliga moralmente a los partidos políticos a dejar a un lado nuestras legítimas diferencias y a trabajar por lo que nos une. Desde posiciones distintas, tendiendo a la moderación, remando en la misma dirección, pero sobre todo en la dirección correcta. No hay justificación para poner palos en las ruedas. Confundir deliberadamente la voluntad exigente y pactista de la oposición para forzar al gobierno a asumir responsabilidades con supuestas operaciones de blanqueamiento a los culpables de la gestión sanitaria es sencillamente una trampa. Entre otras razones, porque hay gestiones tan manifiestamente deficientes que no pueden ser blanqueadas ni con todo el perborato del mundo.
Carmen Picazo. Portavoz de Ciudadanos en Castilla-La Mancha