La vida según Woody Allen
Woody Allen es un genio adorable del cine que además escribe muy bien y toca el clarinete. Es inteligente y ama Nueva York. Lo tiene todo el tipo: sólo le falta ser guapo pero este detalle intrascendente suele arreglarlo con toneladas de talento y un finísimo sentido del humor, más de sonrisa que de carcajada, tan agudo como su voluntad de trabajo y sus ganas de vivir. Woody Allen es una maravillosa emoción. Tengo pendiente meterme a fondo en sus memorias, de las que tan bien habla todo el mundo, pero he visto casi todas sus películas y, salvo cuatro o cinco petardazos, me enamoran sus historias y siempre me dejan un bonito saborcillo de felicidad y lucidez que me parece irresistible. Ingenio en estado de gracia permanente. Annie Hall en el corazón. No he visto su última película, rodada en España, aunque la anterior, “Día de lluvia en Nueva York”, es una delicia en la que todavía brillan los destellos de su magia y, como tantas otras veces, siento la urgencia de irme a vivir allí. Instalarme en esas vidas. Y quedarme para siempre y pasear por esas calles y oír cerca esas palabras. Las casas, los restaurantes, la música, la gente, la vida que viene y va. La algarabía imprescindible. Con el cine de Woody Allen ocurre con frecuencia que me parece un hilo continuo, un mundo enredado en sí mismo e infinito, como si esas películas hipnóticas, una detrás de otra, fueran la vida misma, en su latido, en su existir, paralelas o correlativas o todas a la vez, no sé, pero formando parte de ese río que nos lleva y que, en su fluir, nos muestra todo lo que sucede, y nos sucede, alrededor. Allen es un creador apasionadamente humano que se muere por el bullicio y la alegría. O a mí me lo parece. Y esa fuerza de la vida me fascina.
Del exilio y la memoria, con permiso
Personalmente he sentido desde hace muchos años una gran pasión histórica, literaria y muy española por el trágico periodo que alcanza desde abril de 1931 hasta abril de 1939 y todos los acontecimientos posteriores, particularmente el exilio republicano que llevó a tantos compatriotas a un éxodo masivo y una vida de expatriación, destierro y melancolía. Una vida para siempre marcada por el vacío y el dolor de la no pertenencia y la exclusión. Me gusta mantener en este asunto esencial una mirada global reconciliadora, tolerante y comprensiva. Yo soy un firme partidario de la memoria histórica (qué haríamos sin ella), pero esa memoria necesariamente ha de ser total y completa, nunca una memoria sesgada, sectaria y encendida de rencores y deseos de venganza, aunque este anhelo personal no parece tener buen acomodo ni estar de actualidad en la España de hoy. De una triste ley de memoria histórica vamos a pasar a otra de memoria "democrática", puro enredo populista.
Es imprescindible recordar lo sucedido y contribuir a la verdad, como diceAndrés Trapielloen la última edición de su gran ensayo "Las armas y las letras", una verdad que no puede ser la de una parte sino la de todos, es decir, la única verdad. La verdad entera en toda su tragedia y amplitud. Esa verdad a la que nunca hay que temer y que nos permita superar para siempre lo que el propioTrapiellollama con aguda precisión la "roña carlista" que por desgracia todavía anida en nuestros corazones y que tanto azuzan imprudente y lamentablemente populismos y nacionalismos.
A propósito de todo esto y de la foto que ilustra este pequeño comentario, ahí va una humilde recomendación: es preciosa la novela deTrapiello"Días y noches" sobre la expedición del buque Sinaia camino del exilio en mayo de 1939. Guardo un maravilloso recuerdo de ternura y emoción de aquella lectura.
La maravillosa banda The Velvet Underground
Esta deliciosa e inolvidable banda neoyorkina de rock llamadaThe Velvet Underground es una de esas rarezas maravillosas que con un grupito selecto de canciones ya se quedan para siempre en tu corazón y nunca dejas de escucharlos. Son tan revolucionarios e intemporales que su medio siglo es pura modernidad. Podrían nacer mañana y tan frescos. En tan solo unos años, entre 1964 y 1973, logran la atención de medio mundo y se convierten, bajo la estela de Andy Warhol, en una banda mítica que hoy está considerada como una de las más influyentes de la historia del rock: sus temas son provocadores, extraños, nihilistas, y fundan un estilo que rompió fronteras y no puede morir. El lado salvaje de la vida y de la música. Legendarios. Sus fundadores, Lou Reed y John Cale, dieron a la Velvet una personalidad oscura y transgresora, pero a la vez un pulso de fascinación que convirtió su primer álbum, lanzado en 1967 junto a la cantante alemana Nico, en uno de los mejores de todos los tiempos: “The Velvet Underground & Nico” fue el nombre del disco y no tuvo mucho éxito, pero abrió el mundo a una banda que se quedaría para siempre. La trayectoria de Lou Reed en solitario fue después otro momento de esplendor y dejó discos y canciones que siempre recordaremos.