El presidente del gobierno, Pedro Sánchez, realizó este viernes una

aparición estelar desde La Moncloa para no decirnos nada. Nada que ya no

sepamos.

Actuando como un busto parlante, nos informó de lo mal que están las cosas,

de lo peor que se van a poner, que no piensa hacer nada para coordinar la

situación y que todo depende de los gobiernos autonómicos y de la farragosa

situación jurídica y protagonismo que sus presidentes y presidentas quieran

adoptar.

Habrá muchas causas que nos aportarán una explicación sobre las razones de

esta escalada de casos que estamos sufriendo, situación estacional, falta de

medios en la detección precoz, actitudes egoístas de cierta parte de la

población, hacinamiento en el transporte publico, aunque se limiten las

personas en las reuniones privadas y se prohíban las visitas de familiares a

las residencias, etc. Pero sin duda hay un factor que cada vez esta

mostrándose como uno de los motivos importantes y no precisamente desde ahoray es la falta de acuerdos y coordinación política por parte de los

responsables, quienes se supone, están obligados a tomarlos y no solo me

estoy refiriendo al presidente del gobierno de la nación.

El presidente Sánchez nos indica que es un claro defensor del sistema

descentralizado y autonómico que tenemos y su satisfacción por como está

funcionando en estos momentos críticos, con mucho pesar difiero con esta

apreciación de nuestro presidente, creo que nadie que vea como esta el patio

apoyaría esta afirmación. Yo también soy un defensor de la

descentralización, creo en nuestro estado autonómico contemplado en la

Constitución pero no podemos engañarnos, en estos momentos tan críticos las

autonomías no han, ni están dando respuesta como se esperaría en un estado

moderno y democrático como el nuestro. Es un pulso agotador y continuo

contra el gobierno central, algunos más que otros pero siempre retorciendo

los límites legales y olvidando que los ciudadanos, el bienestar y los

derechos ciudadanos, es lo que da valor y legitimidad a los distintos

gobiernos. Es un problema que debemos hacernos mirar cuando esto haya pasadoy corregirlo.

Cuando algo que durante años ha estado funcionando,

haciéndonos nuestro servicio y en un momento realmente dramáticas deja de

aportarnos soluciones y nos genera mayor incertidumbre y mayor caos,

tendríamos que tener la capacidad crítica suficiente para reconocerlo y

corregir esas desviaciones y carencias observadas. También es cierto que

para llegar a esa capacidad crítica, las opciones políticas tendrían que

alejarse de las tensiones provocadas y centrarse en soluciones para salir de

esta etapa desoladora.

Nuestro ordenamiento jurídico contempla el estado de alarma, un estado de

peligro, nuestros vecinos portugueses contemplan algo más explicito en estas

circunstancias, el estado de calamidad, un estado de desgracia de adversidad

colectivo, ese es, lamentablemente, el estado en el que nos encontramos lo

pintemos como lo queramos pintar.

Según nos cuentan, tenemos más capacidad de analizar y detectar pero vemos

la falta de capacidad de rastreo. La economía que se pretendía proteger al

terminar las medidas de contención en junio, se ha visto hundida en la

miseria, las ayudas aprobadas no llegan a sus beneficiarios, los centros

sanitarios han visto balancear la carga de trabajo de los hospitales a los

ya sobrecargados centros de salud, nadie puede garantizar, según avanza de

la pandemia en Europa y otras partes del mundo, el abastecimiento de

materiales, los gobiernos nos dicen que estamos servidos pero ¿hasta cuando?

El otoño acaba de comenzar y el invierno se nos antoja largo y tenemos que

proteger nuestro sistema sanitario, es el único que nos dará respuesta y

solución a este problema, el único que pondrá remedio cuando nos encontremos

enfermos, el único que trabaja para salvar nuestras vidas.

Todo lo demástendría que estar supeditado a este objetivo. Es una tremenda

irresponsabilidad tener a una población pendiente de decidir qué es más

importante, si la economía o la salud, y cruel tenerla sumida en el laberinto

jurídico de quien, como y cuando dispone las medidas que sin tiempo para

pensarlo, influirán por un periodo corto o largo en su existencia.



Nicolás Galán Serrano