Artículo 46 de la Constitución Española, “Los poderes públicos garantizarán la conservación y promoverán el enriquecimiento del patrimonio histórico, cultural y artístico de los pueblos de España y de los bienes que lo integran, cualquiera que sea su régimen jurídico y su titularidad. La ley penal sancionará los atentados contra este patrimonio”. En el Día de nuestra Carta Magna, y reconociendo la importancia de todos y cada uno de los derechos y obligaciones que recoge, voy a permitirme reflexionar sobre uno en concreto, el que implica a las administraciones directamente con nuestro patrimonio, con su rehabilitación y, por supuesto, con su puesta en valor.

Pocas personas quedarán en esta provincia que desconozcan mi pasión por todos y cada uno de los monumentos y riquezas artísticas que atesora Cuenca. Durante los últimos ocho años que he presidido la Diputación, uno de los ejes en los que me centré con mi equipo de gobierno, junto a las infraestructuras y el emprendimiento, fue el de rescatar de la indiferencia y el olvido al que habían sido sometidos durante décadas edificios y parajes de la provincia. Jamás he podido entender cómo los gobiernos socialistas de la Diputación o en los casi 40 años en la Junta de Comunidades nunca abordaron de forma integral y continuada la conservación del Patrimonio conquense. Es inexplicable que, paseando por la capital, visitando nuestros pueblos, no sientas dolor e impotencia al contemplar castillos, conventos, palacios, murallas, iglesias, ciudades romanas… que van deteriorándose mes a mes y que, además, cuando una corporación, como fue la que presidí en la Diputación durante ocho años, cumpla con su deber constitucional de “conservar y promover el enriquecimiento del patrimonio”, desde la oposición del Psoe se critique e intente ridiculizar. Pero esta cuestión de inquina y falta de sensibilidad con el patrimonio y en definitiva, con cada uno de nuestros pueblos y con la capital, Cuenca, no termina en esta palpable y deprimente falta de miras de la que suelen hacer gala los socialistas conquenses, sobre todo en la Diputación, sino que, ni cortos ni perezosos, una vez que tomaron el poder en la institución, en julio del año pasado, suprimieron de un plumazo las inversiones previstas para este área, sin anestesia, sin alternativas, jactándose, y aún lo hacen, de que eso de las “piedras” nada tiene que ver con los inquebrantables principios socialistas.

Así, por tanto, si del Psoe de esta provincia dependiese, el mosaico de Noheda seguiría sin el edificio que lo protegiera y sin visitarse, eso sí, los socialistas son los primeros que se apuntan a las inauguraciones sin complejos, el convento de Los Dominicos de Villaescusa, sin techar y sin albergar actividades, la ciudad medieval de Moya perdiendo monumentos y sin una hospedería, la muralla de Cañete cayéndose y sus piedras rodando por las calles del municipio, el mausoleo de Llanes sumido en la desidia al igual que el Palacio de Los Portillo en Pozorrubio, las minas de Lapis Specularis sin accesos y sin poder disfrutar de ellas, la Cueva de la Moneda de Villares o la Casa de la Demandadera de Cuenca, cerradas y olvidadas, como también la ruina del Puente del Chantre… y así un largo, larguísimo etcétera…

No me avergüenzo ni por un momento de haber invertido, en estos últimos ocho años desde la Diputación Provincial, cerca de 35 millones de euros en la “conservación y rehabilitación del patrimonio”, como dicta nuestra Constitución y como cualquier gobernante que conozca y quiera que progrese su provincia, debería de hacer. No me arrepiento de que en esta cruzada hayan estado a mi lado los diputados que me acompañaron en mi gobierno, alcaldes, concejales, vecinos y que ahora, quienes ocupan la bancada popular en la Diputación, luchen cada día por revertir y por encauzar los despropósitos que cometen continuamente los socialistas que gobiernan en la institución provincial. Ese dinero, los millones que invertimos desde la Diputación, se quedaron en Cuenca, en nuestras empresas, profesionales, en los bares y restaurantes en los que comían los trabajadores, en la compra de material… dinamizaron nuestra economía, además, con una visión de futuro, la de revitalizar y potenciar nuestro sector turístico. Las piedras pasaron a convertirse en personas, en ingresos económicos. ¿No es más lícito invertir así el dinero que gastarlo en asesores a dedo y en prometer e iniciar proyectos que nunca ven la luz y que solo contribuyen a dejar endeudadas las instituciones? Esta misma semana conocíamos como hasta desde la propia Junta de Comunidades se remitía a la Fiscalía del Estado un informe en el que se instaba a la Diputación Provincial de Cuenca a comenzar a rehabilitar una joya de nuestra provincia, el Palacio de los Gosálvez, en Casas de Benítez. Un millón de euros dejamos para este fin. La soberbia y la inquina socialista hacia la racionalidad y la necesidad de una decisión tomada por un gobierno del Partido Popular han hecho que este proyecto se vaya al traste. Recuerdo, “los poderes públicos garantizarán la conservación y promoverán el enriquecimiento del patrimonio histórico, cultural y artístico de los pueblos de España y de los bienes que lo integran, cualquiera que sea su régimen jurídico y su titularidad”. Aquellos que estos días en nuestra provincia, desde las filas socialistas, sacan pecho alabando a nuestra Constitución y dándoselas de respetarla y cumplirla, que mediten antes simple y llanamente sobre este sencillo artículo. Y de paso, si pueden, y si les queda algo de conciencia y dignidad, que hagan extensivas sus reflexiones al resto de sus compañeros de España, sobre todo a los que ocupan sillones ministeriales y de diputados y senadores.

Benjamín Prieto. Presidente del Partido Popular de Cuenca y diputado

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