Hoy celebramos el Día de la Constitución Española, la norma suprema del Ordenamiento Jurídico del Reino de España.
Desde hace muchos años, 42 ya, cada año el 6 de diciembre rendimos tributo a nuestra Carta Magna. Y lo hacemos, la mayoría de nosotros, de corazón.
Porque homenajear nuestra Constitución no es únicamente recordar que tenemos una norma jurídica suprema que prevalece sobre el resto de leyes que nos hemos querido dar.
Es acordarnos de un texto que nos define como nación y como individuos miembros de pleno derecho de un Estado que se llama España y que es el mejor país al que uno pudiera pertenecer.
Tenemos la suerte de ser españoles y de tener una Carta Magna que nos define: dice cuales son nuestros derechos y nuestros deberes. Determina nuestros valores superiores, la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político; cómo hemos decidido constituirnos en un Estado de derecho social y democrático de Derecho; cómo queremos seguir juntos en un proyecto común como es España; dónde reside la soberanía nacional –en el pueblo español- y cuál es la forma política de nuestro Estado, la monarquía parlamentaria.
Pero el homenaje que hacemos hoy a la Constitución se lo hacemos también a la que se ha dado en llamar la Transición Española, que es uno de los hechos histórico-políticos por los que nuestro país es admirado internacionalmente puesto que se logró transitar desde un régimen autoritario –una dictadura- a la democracia de una manera ejemplar.
Aquel texto, nuestra Carta Magna, fue aprobada en el referéndum del 6 de diciembre de 1978, hace ahora 42 años, con el respaldo del 88% de los votos, porcentaje que ascendió al 93,58% y al 91,47% en Cataluña y el País Vasco respectivamente. Un apoyo prácticamente sin fisuras, que debería hacer reflexionar a quienes niegan la vigencia de la Ley de leyes.
Con la Constitución conseguimos garantizar derechos como el de expresar libremente las opiniones, el derecho de reunión, o de asociación el derecho a la educación, a la protección de la salud, al disfrute de una vivienda y al uso de nuestra lengua común, el castellano, respetando siempre las lenguas oficiales en las comunidades autónomas.
Y destaco, nuestra lengua común, el castellano, porque estos días todos estamos viendo cómo se está poniendo en cuestión con la aprobación de una Ley que lo deslegitima y lo desviste de su papel vehicular.
Pero se da la paradoja de que, mientras el castellano o español fluye por todo el mundo y gana terreno en un país tan grande como EE UU, resulta que en España estamos asistiendo a un disparate que puede dar lugar a que aquí, en Toledo, el catalán vaya a ser tan oficial como el castellano y, en cambio, en Barcelona, el castellano no se pueda hablar.
Porque, desgraciadamente, aquellos consensos que derivaron en la Carta Magna están siendo cuestionados hoy, 42 años después, por partidos políticos que pretender acabar con el espacio de convivencia y respeto que nos dimos en la Constitución, atentando contra el espíritu de la Transición que instauraron nuestros padres, con el propósito ilegítimo de cambiar nuestro actual sistema democrático y de libertades.
Y también se están cuestionando esos valores por otros partidos que pretenden acabar con nuestra Carta Magna basándose en una interpretación falsa y sectaria de la historia de España y en un inexistente derecho de autodeterminación, que ni nuestro ordenamiento jurídico ni el derecho internacional reconocen. Esos partidos han decidido, consciente y deliberadamente, tomar la vía del rupturismo amparados por un partido –el PSOE- que se autodefine como “de estado” y que lo único que hace es contribuir, precisamente a la división de España y de los españoles.
Yo quiero que la Constitución siga sirviendo para mejorar la vida de los castellano-manchegos. Claro que sigo creyendo que la gestión de nuestras competencias hace mejor la vida a los castellano-manchegos, pero la buena gestión. Porque hay gestiones que dejan mucho que desear. Solo hay que observar lo que ha pasado en nuestra comunidad durante esta pandemia.
Y sigo creyendo que es una prioridad la defensa del Estado de derecho y es una prioridad la defensa de los valores de nuestro país.
Y yo, junto con mis compañeros de partido y todos los castellano-manchegos que nos apoyen, queremos seguir creando espacios de convivencia frente a los desafíos independentistas.
Oiremos y leeremos hoy mismo a los diferentes dirigentes del PSOE alabar el papel que jugó nuestra Constitución en la transición española. Se manifestarán a favor de su validez, y mostrarán su respeto. Se envolverán en nuestra bandera. Pero de nada valdrá lo que digan pues sus hechos los definen.
Soy consciente de que vivimos momentos difíciles pero tengo fe en mis paisanos. Somos un gran país gracias al esfuerzo común y a la aportación de cada municipio, cada provincia y cada comunidad autónoma; la diversidad de España nos enriquece y no tiene que servir para separar, sino para acoger, trabajar y respetar a todos, vengan de donde vengan y hablen la lengua que hablen.
Somos una gran Nación, España. La nación más antigua de toda Europa, y no vamos a permitir que nadie nos rompa y nos divida; que nadie pretenda erigirse o hacernos distintos, porque somos iguales ante la ley.
En España, las comunidades autónomas gozan de una autonomía de naturaleza política y administrativa que configura a la Nación como un Estado autonómico y hoy, más que nunca, tenemos que estar unidos en torno a un modelo que ha funcionado antes y ahora y que no tiene fecha de caducidad.
Y quiero decir alto y claro que la Constitución española no es el problema: es la solución a los problemas. Hay que manifestar nítidamente que en España no hace falta una segunda transición. Estamos muy orgullosos de nuestra transición y de nuestra Constitución.
Y hoy quiero me acordar especialmente de todos los que han fallecido por la pandemia de COVID-19. Muchos de ellos protagonistas de ese largo y tortuoso camino que nos trajo desde el horror que supuso la Guerra Civil hasta la reconciliación entre hermanos. Sin ellos y su sacrificio no seriamos lo que somos ni tendríamos todo lo que tenemos. Pues hoy, más que nunca, les debemos nuestro buen juicio y nuestra solidaridad.
Porque no habría mayor irresponsabilidad y no se cometería mayor traición a nuestros padres y a nuestra historia que ceder en la unidad de España y en la defensa de nuestro Estado de Derecho.
Os puedo asegurar que mi partido, el Partido Popular, y yo mismo jamás estaremos con aquellos que pongan en cuestión nuestra Nación, nuestra Constitución y nuestro Estado de Derecho. Pese a quien pese.
Paco Núñez. Presidente del Partido Popular en Castilla-La Mancha.