El pasado 10 de diciembre se conmemoró el Día Mundial de los Derechos Humanos, coincidiendo con el aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos, que se aprobó en 1948, y la primera noticia con la que nos despertamos fue el incendio en un edificio abandonado donde “malvivían” 160 inmigrantes, producido por una vela utilizada para alumbrarse, en el que han muerto al menos 3 personas. “Esta tragedia puede pasar aquí”, en nuestra ciudad en cualquier momento, en cualquiera de los asentamientos que existen.
En la Declaración Universal de los Derechos Humanos, su artículo primero indica que “todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”. Unas palabras sonoras y hermosas del acuerdo internacional pero que solo son eso, frases bonitas pero utópicas, y no tenemos que irnos muy lejos de nuestras casas para ver que este artículo universal no se cumple”.
Al igual, que no se cumple el artículo 2º “todas las personas somos iguales sea cual sea nuestro origen, etnia, color, sexo, idioma, religión, opinión política o cualquier otra condición.” Ni el 4º, “nadie estará sometido a esclavitud ni a servidumbre”; ni el artículo 25.1 “toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios”.
Nuestra sociedad debe ser más justa con el diferente, más solidaria con nuestros vecinos y no sólo nos referimos a los temporeros, a los migrantes que vienen a nuestra tierra en busca de un futuro mejor, en busca de un trabajo con el que poder enviar dinero a sus familias, o que han llegado a nuestro país huyendo de guerras y terrorismo. Nos referimos a cualquier persona que se encuentra en estado de vulnerabilidad económica y social; personas desempleadas de larga duración sin recursos, personas sin posibilidad de encontrar trabajo por falta de formación; ciudadanos y ciudadanas de Albacete, que no pueden pagar ni tan siquiera un alquiler social y mucho menos, acceder a unas condiciones energéticas como luz y calefacción adecuadas para tener una vida digna; mujeres prostituidas, mujeres que viven bajo el miedo a sus parejas o exparejas, aquellas personas que malviven con pensiones paupérrimas.
Debemos ser beligerantes con las expresiones de racismo, machismo y xenofobia que circulan diariamente a nuestro alrededor.
Las Administraciones, independientemente de su signo político, deben ser todavía más efectivas en hacer cumplir estos Derechos Humanos aprobados por la ONU; entre todas y todos debemos potenciar la convivencia entre las personas basándonos “en el respeto mutuo y comprensión hacia el otro o la otra, porque en un futuro; ese otro, esa otra, puedes ser tú”.
Juan Francisco Zamora Salmerón. Secretario provincial de Políticas sociales de CCOO Albacete