1.-La Ciencia y el método científico funcionan. La comunidad científica ha sido la gran protagonista del año y ningún desarrollo científico ha superado a los avances producidos en el campo del desarrollo de las vacunas contra el SARS-Cov 2 . Quiero destacar que su desarrollo ha sido posible gracias a una colaboración internacional sin precedentes, y a una Industria Farmacéutica criminalizada clásicamente por algunos.
Consecuencia de lo anterior, cuando observamos sobre que parte de la ciencia se han reflejado mejor estos avances técnicos, no cabe lugar a dudas: la sanidad.
La ciencia salvará al ser humano de la pandemia del Covid-19 y quizá después su gran reto será salvar al planeta del ser humano.
-“La Ciencia es el mayor edificio construido por el hombre”, es ahí donde podemos encontrar soluciones a la mayoría de los problemas que sufre el hombre y también desde donde nos podemos defender del periodismo de la insidia, las fake news, posverdad y pseudociencias y bulos. Por esta razón nos recuerda Thomas Jefferson: “La Libertad es hija primogénita de la Ciencia”.
2.- La naturaleza siempre prevalece, vuelve y nos perdona, pero no debemos olvidar que la tierra y los océanos son finitos. Debemos cambiar los hábitos de consumo y forma de vivir.
Admitido casi de forma unánime por la comunidad científica el nexo entre pandemia y cambio climático, el gran reto en adelante será hacer frente a la amenaza climática. La crítica de algunos expertos ha sido muy dura, tal es el caso de la octogenaria primatóloga Jane Goodall -que desde hace 6 décadas ha dedicado sus estudios a los chimpancés-, y en estos días a sus 86 años ha alertado de la vinculación entre la pandemia global y la destrucción de los ecosistemas naturales. “Lo triste –dice sobre el Covid-19—es que lo trajimos nosotros. Hemos sido muy irrespetuosos con el medio ambiente y los animales. Hemos invadido su mundo y eso ha permitido que un virus cruce la barrera de las especies”; en clara alusión sobre la vinculación entre la pandemia global y la destrucción de los ecosistemas.
¿Cómo gestionar de la mejor manera la intersección entre la tecnología, lo digital y el cambio climático? El confinamiento puso en evidencia una gran prueba de contraste: pudimos ver cómo podía mejorar el planeta si desapareciéramos de él, o nuestro impacto fuera mínimo.
3.- No ha sido un virus informático sino real, un virus biológico el que ha cambiado nuestra vida. Esto no va a ser el fin del mundo, pero si será el fin de una forma de vida, del mundo, de sus certezas y las creencias que teníamos.
4.-La pasada nochebuena recordaba el mensaje que los tripulantes de la misión Apolo VIII (1968) enviaron a los terrícolas, mientras orbitaban la Luna y pudieron contemplar como la Tierra aparecía por el horizonte. Admiraron nuestro planeta como si se tratase de “una nave azul, bella y frágil vagando por el oscuro universo”. Manuel Vicent escribió en El País que “a partir de aquella visión extracorpórea de la Tierra se instaló en la conciencia colectiva una nueva medida de las cosas, una nueva medida de entender el mundo. Todos los sueños de la humanidad empezaron a dispararse hacia las galaxias”. “Y llevaba mucha razón porque esa imagen ilustra muy bien nuestra conexión con el cosmos, pero hay más, la conciencia ecológica como tal surge también con esa imagen. Desde esta imagen nos damos cuenta de que formamos parte de una gran familia, que viajamos todos juntos en esa frágil nave espacial, que parece inspira compasión al ser observada de lejos y también nos aproxima a una sensación de hogar, de un hogar que debe ser protegido. A veces se nos olvida que es nuestro hogar” (Rafael Bachiller, director del Observatorio Astronómico Nacional).
Aquella instantánea en la década de los 60, es una de las 100 fotografías más influyentes de la historia, según la revista Life. Significó un antes y un después que cambiaron el mundo. Nuestro planeta (Gaia), “en esta frágil nave azul en la que estamos forzosamente embarcados no hay pasajeros de primera y de otras categorías (Manuel Vicent). El apocalypsis no admite privilegios, o nos salvamos todos o perderemos todos”. De ahí esa necesaria conciencia de especie. Esa conciencia de pertenecer a esa gran familia debe hacernos pensar por encima de fronteras, religiones y a más largo plazo.
5.- El teletrabajo ha venido para quedarse y hemos avanzado en nuestras aptitudes y actitudes tecnológicas con una mención especial a estas plataformas tecnológicas de comunicación que nos han permitido estar un poco más cerca.
6.- Espero que la tecnología cambie el rol que ha jugado hasta ahora. Se acabó construir superhombres la visión de la tecnología para dominar la naturaleza, para empezar a pensar en la tecnología como una herramienta para mejorar nuestras vidas.
Según reconocen los más primitivos textos bíblicos (Adán y Eva, la torre de Babel…), el pecado de soberbia es el causante de las desgracias humanas. En estos días, la pandemia por el coronavirus nos ha puesto en nuestro sitio, y demuestra que de homo “deus”, nada. Esperemos que esta pandemia haya acabado con el homo deus de Harari, donde la humanidad se ha adueñado del planeta.
7.- De toda crisis se sale, y se sale con más fuerza y mejor, el homo sapiens no debe perder esta oportunidad para gobernar y pensar no solo para TODAS las personas, sino para todas las otras formas de vida.
A nivel individual, sería deseable una auténtica revolución personal, un cambio de paradigmas, nuevas categorías, un nuevo sistema simbólico. No basta con cambiar de forma superficial los accesorios (coches o aviones a combustión por otros eléctricos), sino consumir, volar y circular menos…
Durante los días de confinamiento escribía: “Es deseable que en estos duros - y no tan duros- días de confinamiento, en los que hay menos ruido y puede verse todo con mayor claridad -siempre que evitemos estar intoxicados, y no por el virus-, se potencien determinados valores que reafirmen la importancia de la convivencia, pero también de la necesaria intimidad -que ahora estamos paladeando-.
En definitiva, es posible que estas emergencias sean el origen de una transformación social.
Es necesario inventar un 'Nuevo Mundo'.
8.- Otro asunto que me preocupa es el de la ciberseguridad y privacidad. Debemos exigir un equilibrio entre seguridad y privacidad, entre salud y el respeto a los derechos humanos y a la privacidad… El avance de la salud se basa en el análisis de los datos. Por tanto compartir nuestros datos contribuye al avance de la ciencia de la sanidad, pero sin dejar caer estos datos en las garras de los gigantes tecnológicos y digitales. Los datos son un bien activo que debemos proteger, e impulsar la necesidad de una conciencia compartida de esta privacidad.
Es evidente que corremos riesgos nada desdeñables al compartir contenidos tan íntimos, tan esenciales del individuo que podrían convertir a nuestras sociedades en una auténtica distopía basada en la manipulación a gran escala. Existen sin embargo retos legales y éticos como el Reglamento general de protección de datos, la Ley Orgánica de Protección de Datos y garantía de los derechos digitales, que permite conocer a los pacientes conocer qué se hace con sus datos y quién lo hace. Y a nivel europeo, el reglamento UE 2017/745, que va a comenzar a regular el uso de la IA.
Es evidente que la conjunción entre el Big Data y la IA resulta definitiva a la hora de controlar la epidemia a escala social dentro de una sociedad abierta, y democrática, siempre que no se traten estos datos como personales sino datos anonimizados y agregados, respetando siempre la privacidad.
9.- Hoy más que nunca, como afirma la pedagoga Josefina Aldecoa: “debemos educar para la convivencia, educar para adquirir conciencia de la justicia, educar para la igualdad y que no se pierda un solo talento por falta de oportunidades”. Aldecoa, impulsora de la ILE y escritora perteneciente a la generación del 50 con Sánchez Ferlosio y Ana Mª Matute, no se equivocaba. No debe perderse ningún talento.
10.- La Educación y el Conocimiento nos pueden conducir al ideal de Libertad. Personalmente este año fatídico he tenido la necesidad de expresarme como nunca antes. Ideas y reflexiones fruto del ejercicio de la Libertad de Pensamiento, primero, y compartidas después mediante la Libertad de Expresión. Así nos lo explicó el escritor humanista José Luis Sampedro; para ejercer la libertad de Expresión, antes era imprescindible disfrutar de la libertad de Pensamiento, la libertad de pensar.
Debemos aspirar a un pensamiento propio no manipulable, a pesar de que en la situación que estamos viviendo sea más difícil. Algunos poderes encuentran el caldo de cultivo más apropiado, y de ello se aprovechan. Pero he aprendido algo: que si callamos es peor; la Democracia como sistema nos protege y resuelve muchos de los problemas al ciudadano, pero también nos exige mucho, y más aún espera de los responsables públicos.
Por un 2021 que nos devuelva parte de lo perdido en el 2020, y que éste nos haya hecho crecer como especie.
Jesús Romero, médico