Querido Sejo:
Te fuiste con las nieves el pasado ocho de enero. Nos dejaste el corazón helado y ahora, tras el deshielo y asomando los primeros rayos de sol de una primavera que quiere vencer a estos días grises, se me vienen a la mente palabras para ti. Sucede últimamente que se me muere demasiada gente cercana y una, que tiene por oficio esto de juntar letras y lanzarlas a través de un micrófono, se queda de momento sin voz y sin pluma, y todo se vuelve silencio donde no asoman palabras. Luego, según van pasando los días, y atardece y amanece una y otra vez, van brotando esas palabras y van dando forma a tantas emociones y sentimientos que se han ido acumulando estos últimos días pero que beben de años de recuerdos y de vida compartida.
Desde aquellos primeros años en Radio Santa María de Toledo, donde todo era nuevo y compartimos tantas tardes aprendiendo, tú ya venías con mucho rodaje de vida. Tanta que una tarde me regalaste flores… Después en la parroquia, luego la Misión, esos años en los que sabíamos de ti por tus andanzas siempre contadas por todos. Volviste a Toledo y volvimos a encontrarnos con la radio, y ahora también la tele de por medio, y seguimos compartiendo risas, conversaciones, muchos cigarrillos y siempre con la Misión como compañera de camino. “Tienes que venir”, “tienes que probarlo”, me decías siempre, “como vayas te enganchas, no lo vas a entender hasta que no estés allí” y yo te decía, desde la falsa certeza que da la ignorancia, que sí, que ya con lo que me contabas y lo que veía me podía hacer una idea. “Ven y verás” es el lema del Mensaje de la Jornada Mundial de las Comunicaciones recién publicado, “Ven y veras”…
Ese momento llegó. Un 13 de enero de 2019 volábamos a Perú, y aun en el avión antes de llegar me decías: “Ahora lo vas a entender”, y te contestaba, casi por cumplir: “Que sí, que ya te voy entendiendo”. En las tres primeras horas pisando aquellas tierras sin agua, sin vida, polvo y mas polvo, me dijiste: “¿A que lo entiendes?”. Y entonces sin palabras viste en mi cara que por fin lo había entendido. Fueron días intensos de catorce o dieciséis horas de trabajo, donde de nuevo reímos, cantamos, hablamos y hablamos, comimos de lo que nos decías que podíamos comer y bebimos, lo que nos decías que debíamos beber, volvimos a compartir cigarrillos… y la tortilla, queda pendiente una tortilla Sejo.
En aquellos días en los que te acompañamos conocimos al verdadero Sejo, al Sejo de la Misión, allí entendimos por qué eras así, allí te entendimos y te comprendimos. De lo mucho que hablamos, de alguna que otra discusión, todo eso queda ya para nosotros. Tú te has llevado mi parte y yo me quedo con la tuya que me corresponde. Porque de la Misión, de esa que tú me enseñaste a conocer y comprender, de esa Misión que movió tu vida hasta el último día de nieves, de esa Misión no me puedo quedar con nada porque es Misión vivida y compartida, es Misión de todos, es la Misión que compartiste con todo aquel que se acercó a ti. Gracias Sejo y Feliz Jornada de la Infancia Misionera.
Ana Jiménez. Periodista. Canal Diocesano y Radio Santa María
La foto de Sejo es de Omar Abad