«España es el problema y Europa es la solución», afirmó Ortega y Gasset durante un discurso ante la Sociedad Liberal de Bilbao en 1910.
En julio de 2020, el Consejo Europeo aprobó el Instrumento Europeo de Recuperación, bautizado como «Next Generation EU», que a la lengua de Cervantes se traduciría como «Próxima Generación».
El Next Generation ofrece a los Estados miembros la posibilidad de financiar la recuperación tras la crisis de la COVID-19 y de emprender las transiciones ecológica y digital de manera inclusiva.
Para explicarlo de andar por casa, la Unión Europea nos ha dicho a los Estados miembros que nos va a dar una enorme cantidad de dinero para ayudarnos a salir de la crisis ocasionada por la pandemia, pero a cambio (nadie da euros a céntimo), vamos a tener que presentar una serie de proyectos que compongan un plan de reformas para modernizar nuestros sistemas productivos.
Es decir, vamos a tener que hacer las cosas de forma muy distinta a como siempre las hemos hecho, empezando por la eficacia de España a la hora de ejecutar fondos europeos, pues nuestro país solo ha ejecutado el 34% de los que ha recibido.
En España hay quien quiere que Europa nos pague las facturas y hay quien quiere que nos rescate. Pero Europa ni es una madre ni es una madrastra. Como ha señalado Luis Garicano, vicepresidente del Grupo Liberal en el Parlamento Europeo, la Unión Europea no es un cajero automático.
Nuestro país tiene malos antecedentes en estas lides de movilizar y gestionar una gran cantidad de recursos públicos.
Aeropuertos vacíos, como el de Ciudad Real, edificios inacabados, como el Quixote Crea de Toledo, infraestructuras inservibles, como el puente que no va a ninguna parte de Talavera de la Reina… Mejor no sigo, que me sube la tensión.
Y eso en época de bonanza, porque en época de crisis es casi peor, como ocurrió con el carísimo fiasco del Plan E de Zapatero.
Tenemos un grave temor en Ciudadanos con esto del Next Generation, y es que haya quien lo traduzca por “próximas elecciones” en lugar de por “próxima generación”. Ello debido a la baja formación en inglés, por supuesto, no pensemos mal.
La próxima generación son los hijos de una generación actual, aquella que hoy tiene entre 25 y 40 años y a la que ya le han caído dos crisis. La financiera de 2008 y la pandémica de 2020.
Esta generación de la doble crisis se ha tenido que enfrentar al mundo desde un sistema educativo politizado, con un mercado de trabajo que la condena a la precariedad y la dificulta acceder a una vivienda y tener hijos, por no contar la preocupación de si tendrá acceso a una pensión de jubilación.
Para esta generación de la doble crisis y para sus hijos está pensado el Next Generation.
Pero a pesar de esta oportunidad histórica, no falta quien piense que le ha tocado la lotería y, como un nuevo rico, prefiera emplear los fondos pensando en las próximas elecciones, en lugar de hacerlo pensando en la generación de la doble crisis y sus hijos.
Dos ejemplos.
El primero Pedro Sánchez, que ha aprobado un Real Decreto-ley para el Next Generation que es un cheque en blanco para gastar sin control.
Los Proyectos Estratégicos a incluir en el Plan de Reformas para presentar a Europa lo van a decidir Pedro Sánchez, Pablo Iglesias e Iván Redondo en un despacho. ¿Qué puede salir mal?
El Gobierno no debe ser el protagonista, sino un agente facilitador, porque estos no son los fondos de Sánchez.
Desde Ciudadanos apostamos por eliminación de burocracia para gestionar el Next Generation, pero ello no puede ser una coartada para que el Gobierno decida, sin control ni rendición de cuentas, el destino de las inversiones.
Por eso hemos presentado una enmienda a la totalidad para frenar a Sánchez e Iglesias (y a los nacionalistas que están esperando recibir el pago a sus favores), por la que proponemos la creación de una Agencia Independiente de Reconstrucción y Reformas que evite la politización en el empleo de los fondos y asegure su eficacia y la rendición de cuentas del Gobierno.
Y el segundo, Emiliano García-Page, que allá por octubre hizo una gira con bombo y platillo diciendo una frase que quedará para los anales: “quiero ser el que más trozo coja del pastel”.
Espero que a Bruselas no haya llegado esto del pastel, porque si ha llegado no creo que tomen muy en serio a Castilla-La Mancha a la hora de gestionar el Next Generation.
Desde Ciudadanos, inmediatamente, reclamamos la comparecencia en Cortes de la Comisión Regional de Fondos Europeos para explicar y rendir cuentas públicamente de los criterios que iba a seguir para seleccionar los proyectos que se presentarían a Europa para captar los fondos o, en palabras de Page, para coger más trozo del pastel.
Según el Reglamento de las Cortes, la comparecencia se debería haber producido hace ya 103 días. Seguimos esperando.
Parece que ni Sánchez ni Page quieren luz y taquígrafos como estamos exigiendo desde Ciudadanos. Debe de ser que para lo que los dos Gobiernos socialistas, el de España y el de Castilla-La Mancha, tienen previsto hacer con el reparto de estos fondos no quieren testigos. Y cuando uno no quiere testigos… malo.
Si quieren la ayuda y el apoyo de Ciudadanos, Sánchez y Page van a tener que replantearse mucho lo que están haciendo, garantizarnos cambios de lo visto hasta ahora y cambiar politización por objetividad, cambiar opacidad por transparencia y cambiar propaganda por rendición de cuentas.
Desgraciadamente, si no se producen estos cambios que reclamamos desde Ciudadanos, volveremos a perder la oportunidad histórica de darle la vuelta a la frase de Ortega y Gasset y así conseguir que España encuentre soluciones para que Europa deje de vernos como un problema.
Carmen Picazo, Coordinadora de Ciudadanos Castilla-La Mancha y David Muñoz Zapata, diputado en las Cortes.