No siempre llueve a gusto de todos, y viene siendo así desde el principio de los tiempos. Esta máxima puede aplicarse a la política, el deporte, la salud y a todos los ámbitos de la vida, pública y privada.
Eso deben estar pensando los socialistas de toda España, concretamente los de Madrid, pero también los de comunidades autónomas limítrofes donde la política madrileña tiene un especial calado y una permeabilización muy intensa. También, por lo tanto, en los pensamientos de los socialistas castellano-manchegos.
La Libertad, el leit motiv que ha guiado no solo la campaña electoral del PP, sino la gestión de la pandemia por coronavirus en la Comunidad de Madrid, es una sensación y una realidad de la que pensábamos que gozábamos pero que perdimos súbitamente con el primer golpe que asestó el COVID a nuestra sociedad.
A partir de ahí, ha habido 17 gestiones de la pandemia, modelos de tratar las restricciones de una u otra forma, más o menos acertadas, y diferentes actitudes ante las dificultades que ha presentado una situación nunca antes conocida.
Y en este escenario es en el que cobra sentido la Libertad, la llegada de un modelo de gobierno fresco, que de verdad lucha por sus vecinos, preocupado y ocupado en gestionar, mejorar la vida de todos y ofrecer la posibilidad de compatibilizar el desarrollo de la cultura, del deporte, de los negocios, de la creación de empleo, con la salvaguarda de la salud.
Comparar el modelo de Madrid, el de Isabel Díaz Ayuso con el de otros territorios como el que nos ocupa, Castilla-La Mancha con Page al frente, puede resultar hasta obsceno. Pero la cercanía entre comunidades y la enorme implicación entre ambas en los ámbitos social, económico y laboral nos obliga a ello.
Sé que los socialistas de Castilla-La Mancha niegan la mayor, que están incómodos con los resultados de las elecciones madrileñas, que les pone tremendamente nerviosos pensar que un resultado así dañe su imagen y los ponga con un pie fuera del gobierno regional. Incluso he visto normal que eleven el tono buscando una crispación inexistente, que insulten un par de tonos por encima de lo habitual y que tengan a la prensa machacada para que publiquen al gusto de Page.
Puedo incluso entender su intento desesperado por menospreciar a quien es la alternativa de gobierno a un Page desnortado, a Paco Núñez, es comprensible su intento desesperado por machacar a la figura en Castilla-La Mancha que está pidiendo paso con fuerza para sacar del Palacio de Fuensalida el socialismo rancio, casposo y extremadamente antiguo que componen los Page, Guijarro, el crack, el cuñado o Sergio Gutiérrez.
Pero nada de ello, a pesar de que entendamos que los votos, las urnas, las encuestas y los resultados electorales son su obsesión, es justificable. No es justificable que presionen hasta la asfixia a los medios de comunicación, no se puede justificar que cada comparecencia pública de Page sea para regañar, abroncar y amenazar a sus vecinos, decimos no a esa política socialista de la amenaza, de la presión a los colectivos.
Porque no nos van a callar, porque el modelo del PP de Paco Núñez para la región es el modelo de la Libertad, del orgullo por lo nuestro, de dejar trabajar, de no imponer porque, parafraseando a Isabel Díaz Ayuso, los castellano-manchegos solo queremos que nos dejen vivir en paz. No queremos el aliento de un PSOE faltón en la nuca, no queremos que Page insulte a nuestros maestros, médicos, mayores, hosteleros… queremos vivir en armonía y en Libertad.
Pueden amordazarnos mediáticamente, intentar escrachearnos, presionar a los colectivos para que no se reúnan con nosotros o incluso, utilizar las Cortes Regionales a su antojo, pero no duden, señores socialistas, que no nos van a parar, que seguiremos trabajando con más intensidad y que la Libertad en Castilla-La Mancha vencerá y entonces, serán libres para irse a casa.
Carolina Agudo. Secretaria general del PP de Castilla-La Mancha