Este 15 de mayo se celebra la festividad de San Isidro Labrador. Una fecha que convierte en protagonistas a las mujeres y los hombres del campo. No será una festividad normal, porque llega marcada por las difíciles y complejas circunstancias sanitarias, sociales y económicas que estamos sufriendo como consecuencia de la pandemia del coronavirus.
Quiero que mis primeras palabras sean en recuerdo de todos los que han fallecido por Covid-19 u otras patologías y mis condolencias a sus familiares y amigos. A muchos de los que nos han dejado, les debemos nuestra infinita gratitud por haber iniciado el camino en la defensa de la dignidad de la profesión agraria y haber sido, durante años, la voz de la reivindicación ante las necesidades del sector agrícola y ganadero en España y en Castilla-La Mancha.
Entiendo que nuestro mejor homenaje y reconocimiento es seguir con el legado que nos dejaron y que en la actualidad se hace más necesario que nunca, dado que la pandemia ha permitido que la sociedad valore la “esencialidad” del trabajo de agricultores y ganaderos que no han dejado de trabajar para abastecer a la población con productos de calidad.
Sin embargo, hay quienes han olvidado pronto ese carácter “esencial” del primer eslabón de la cadena en la producción alimentaria, situando a las mujeres y hombres del campo en un escenario complicado. Buen ejemplo de ello es la grave crisis de precios a la que no dan solución o la transición a un nuevo periodo de la Política Agraria Común (PAC) que hasta la fecha solo constata 5.000 millones menos de presupuesto para el periodo 2023-2027 y muchas incertidumbres sobre las normas que los agricultores y ganaderos deberán cumplir. De momento, solo podemos decir que cuestiones como los ecoesquemas, la condicionalidad social o el Pacto Verde pueden cambiar el rumbo ante retos trascendentales como el relevo generacional o la despoblación.
En un día como hoy, quiero resaltar la revolución silenciosa de las 450.000 mujeres rurales de Castilla-La Mancha. Mujeres que rompiendo tópicos, lideran negocios rurales, dirigen explotaciones agrarias, destacan en la elaboración de vinos, aceites o quesos que conquistan premios dentro y fuera de nuestras fronteras. Mujeres valientes, apegadas al terruño, capaces de conquistar nuevos espacios sin hacer ruido.
Cabe subrayar, que las mujeres representan ya más del 37% de perceptores de las ayudas directas de la PAC en España y más del 26% de las ayudas recogidas en el segundo pilar de la PAC, en los programas de desarrollo rural, según se desprende de los últimos datos ofrecidos por el Fondo Español de Garantía Agraria (FEGA).
Con estas cifras, confiamos en que las mujeres estén presentes en las medidas que recoja el Plan Estratégico Nacional para superar las brechas de género en la aplicación de la próxima PAC. Unas medidas que deben permitir atender las demandas de las mujeres y los jóvenes que ven en el sector agrario su futuro laboral y que son la savia nueva que necesita el medio rural para fijar población en la denominada “España vaciada”.
Defendamos con coraje la dignidad del trabajo en el campo, demostremos que somos “esenciales” y que somos un sector estratégico para garantizar la economía de nuestro país y nuestra región, porque si al campo le va bien, a Castilla-La Mancha y a España le irá bien.
Que San Isidro nos ayude, nos de fuerza e interceda por nosotros y nuestras familias.
¡Viva San Isidro!
Lola Merino Chacón es presidenta Nacional de AMFAR (Federación de Mujeres y Familias del Ámbito Rural)