Cuenta la historia de un señor que debido a los exabruptos proferidos a un cocinero tras un pequeño incidente fue llevado ante el juez. En su declaración, el fiscal lo acusaba de exacerbados insultos y con claras alusiones familiares del cocinero a lo que el denunciado contestó: simplemente quería transmitirle que el aceite hirviendo corriendo por mi espalda es una sensación que algo sí que molesta.
Fuera chistes, no nos importa que a 35 grados a la sombra tengamos que estar dando clases con una ligera mascarilla ultrapotectora FPP2 cinco horas, tampoco que todavía algunos no estén vacunados de la primera dosis, y otros desconozcan cuándo, cómo, y con cuál se le administrará la segunda, pendientes de las fluctuaciones del cruel mercado de vacunas, y los beneficios que aparecen y desaparecen según su disponibilidad, incluso voy un poco más allá, tampoco que nos hayamos pasado medio curso día sí, día no, asistiendo en el aula y online, confinado, presencial, presencialmente confinado, o virtualmente conectado con la sensación de tener el don de la ubicuidad. No, nos importa, a ver, algo sí que molesta.
Sin embargo, molesta más que después de haber comprobado que con menos alumnos por aula, disminución de ratios que se llama, nuestros alumnos aprendieron más y nosotros pudimos enseñar mejor, la atención fuera más individualizada y el proceso enseñanza aprendizaje mucho más personal y enriquecedor, volvamos a ratios anteriores, teniendo uno de los porcentajes del PIB más bajos destinados a educación de toda Europa. Todo ello sin perjuicio de que sigamos conviviendo casi con seguridad con el coronavirus. También molesta un poquillo, que a estas alturas de curso los programas de refuerzo educativo y/o de mejora en nuestros centros educativos estén en el aire, tanto por el alumnado como el profesorado que lo impartía, y hablando de ellos, pues sí, a muchos molesta que cada vez existan más plazas funcionales que orgánicas que sólo aumentan la ya elevada tasa de interinidad aunque contravenga cualquier recomendación europea, y veremos si no se empeora con el invento de aunar materias. Molesta que seamos esenciales pero se nos trate como prescindibles.
Y eso por no hablar de la entrada en vigor de una ley educativa que a día de hoy casi nadie conoce aún, aunque haya entrado en vigor, sin desarrollo normativo, incluido una hipotética y prometida ley de la profesión docente en la que hasta el día de hoy los propios docentes ni conocen ni han participado, no hablemos del malestar de los profesores de FP, y Técnicos, de los graduados y diplomados con A1 y a los que incomprensiblemente se les niega, como los maestros.
En fin, algo molestos estamos, y no por un aceite recorriendo nuestras espaldas que nos llevara al exabrupto, porque el sudor del día a día también quema, señorías.
Satur Acosta. ANPE