Dice la RAE que monstruo es un ser que presenta anomalías o desviaciones notables respecto a su especie, también un ser fantástico que causa espanto, o una persona muy cruel y perversa.
Si tuviera que quedarme con alguna de ellas elegiría persona muy cruel y perversa, pero sin embargo, crueldad lo define como “inhumanidad, fiereza de ánimo, impiedad” y perverso o perversa como “sumamente malo o mala, que causa daño intencionadamente”. Pero sigo buscando definiciones, maldad, inhumanidad, perfidia, perversión, atrocidad y un largo etcétera. Por fin algo que no se acerca al calificativo que busco sin hallar, pero que puede darme una pista: Protervia, obstinación en la maldad, perversidad.
Sigo buscando tras la pista y se me viene a la cabeza esa sentencia de Hobbes que decía que "El hombre es un lobo para el hombre", aunque originariamente fuera de Plauto, en referencia al animal salvaje que llevamos dentro, y que nos hace actuar con salvajismo con los de nuestra propia especie. Aunque digo yo qué culpa tendrá el lobo, cuando es precisamente uno de los animales supuestamente salvajes que más cuidan y defienden a sus crías y a la manada, su familia metafóricamente hablando. Para Hobbes, el hombre puede ser bueno, pero cuando se trata de sus propios intereses puede ser el más cruel. Pero no, no es eso lo que busco, qué interés puede tener alguien en acabar con la vida de sus seres más queridos, sólo un odio exacerbado explicaría un daño que no reporta interés propio utilizando como mecanismo la venganza.
Odio es antipatía y aversión hacia algo o hacia alguien cuyo mal se desea y venganza la satisfacción que se toma del agravio o daño recibidos. Y sigo sin entenderlo, pues el daño no sólo se infringe al ser odiado, también al amado, o presuntamente amado y odiado o viceversa, y quizás ninguna de ellas, sólo la ausencia de sentimientos en cuanto a la empatía. Esto me lleva a una hipótesis desechada, el interés personal, y sí hay un interés personal en todo esto, el sentimiento de propiedad que algunos tienen, tanto hombre como mujer, sobre sus hijos, el bien más preciado que consideran arrebatado si no es sólo suyo, y en ese exclusivo sentimiento de propiedad, mas alguna psicopatía, confunden a sus hijos con objetos.
En nuestras manos está la solución y la solución es la educación, una educación global e integral, pero una educación compartida, y más allá de nuestras aulas y nuestro currículos o materias, que también abarque a las familias, a todas, con más presencia en nuestros centros de orientadores y educadores sociales, formación específica a docentes, talleres de padres y madres e inversión.
Todavía sigo buscando una palabra para tanta monstruosidad, quizás sea hora de buscar el significado y no la palabra.