“Juventud, divino tesoro”, es una de las expresiones más repetidas con cierta dosis de envidia (sobre todo por quienes ya no somos tan jóvenes). Si bien, de un tiempo a esta parte, parece que nuestra referencia a la juventud queda revestida de un tono de lástima en unos casos, y de eterno reproche en otros.
Ante la celebración del Día Internacional de la Juventud, cuando nos referimos a una generación que está sufriendo la precariedad laboral, ingresos insuficientes y escasas posibilidades de acceder a una vivienda digna; nos vienen a la cabeza frases típicas, otros cuantos tópicos sobre su forma de vivir, y buena dosis de una injusta generalización sobre su comportamiento y objetivos, tachándola en ocasiones de irresponsable.
Es cierto que la juventud se encuentra hoy día con innumerables dificultades que tienen que ver con la búsqueda de empleo, y sobre todo de un empleo con condiciones suficientes para permitirles planificar una vida digna. Solo en el mes de julio, se encuentran en la provincia de Albacete 4.986 jóvenes menores de 30 años desempleados, que buscan trabajo y no lo encuentran. Y cuando lo hacen, apenas el 10% son contratos indefinidos. El salario medio anual ronda los 6.592€ para una persona joven en Albacete entre los 18 a 25 años.
Los datos encarnan la realidad de una generación que tendrá que desarrollarse tras dos crisis económicas consecutivas. Con un riesgo real de cronificación de la precariedad, si no se apuesta por políticas públicas que permitan mejorar las condiciones laborales y de vida de los jóvenes. Por lo que la aprobación de leyes (como la Ley Rider p.ej.) que acoten y sean capaces de romper los abusos laborales son necesarias.
A esto hay que añadir la irrupción de una pandemia sin precedentes que nos ha afectado de lleno a la movilidad y a la capacidad de relacionarnos, de socializar. Estos dos aspectos son clave para el bienestar de las personas en general, y son imprescindibles para la mayoría de las personas jóvenes.
Con este panorama, no es extraño que tengamos una generación con importantes déficits y un fuerte sentimiento y tendencia a la frustración.
No obstante, no es menos cierto, que tenemos una juventud preparada y formada. Que estudiante, becaria, trabajadora precaria o desempleada…sigue siendo una persona que lucha por aprovechar las oportunidades que le permitan una mejor adaptación a los cambios que nos trae la digitalización de la economía.
Una juventud que se muestra firme ante la defensa de determinados valores, con mayor clarividencia que sus antecesores, porque son capaces de preocuparse por ampliar sus perspectivas y buscar la información necesaria. Capaz de debatir sin miedo y posicionarse en temas de actualidad, como ecologismo, concienciada de la necesidad de cuidar el planeta para vivir el presente, pero sobre todo para entregarlo en mejores condiciones a las generaciones futuras.
Juventud comprometida con el feminismo. Que se indigna frente a las desigualdades y discriminaciones LGTBIfóbicas. Capaz de plantar cara a la intolerancia de aquellos que plantean alimentar el odio al diferente, al migrante, etc. Esta, también es la imagen de la Juventud española y albaceteña, diría que de la mayoría. Por esta siento una buena envidia (si eso es posible), y por la que merece la pena alejarnos de la injusta generalización, para contribuir con toda la sociedad a su pleno desarrollo en las mejores condiciones; siendo conscientes de que ahí va nuestro futuro y nuestro tesoro.
Paqui Jiménez es secretaria de Empleo y Agenda 2030 de CCOO Albacete