El Día Internacional de la Paz, convocado por Naciones Unidas, se celebra cada 21 de septiembre en todo el mundo. Este año lleva por  lemaRecuperarse mejor para un mundo equitativo y sostenible. Naciones Unidas nos anima a celebrar la paz y conseguir un mundo mejor, un mundo herido y ahora también castigado por una pandemia que nos tiene a todos muy desconcertados y muy desgastados.

Más allá del enfoque de la convocatoria, resulta evidente que la paz es necesaria en todos los ámbitos de la vida y de la sociedad. ¡Es vital la paz!, también para nosotros mismos. Cualquier ser humano pide y precisa paz, no sólo en el mundo, sino en su vida, en su entorno más cercano, paz interior. Vivir en paz es algo más que tres palabras, es un estado de vida que todos queremos alcanzar.

Sin embargo, la paz es un bien que cada vez escasea más. Las noticias nos alertan continuamente de situaciones violentas y de dolor que se suceden en el mundo, con países en guerra, algunos de forma indefinida; ni siquiera la pandemia ha podido parar los conflictos armados; los atentados terroristas se siguen sucediendo; la falta de convivencia entre vecinos, familias; las luchas de amigos y conocidos, etc…, por no mencionar todas aquellas informaciones que diariamente nos llegan de muertes, asesinatos, discriminaciones, violencia en el entorno familiar, y la agitación política y social. Todo parece invitar al odio y a la violencia.

Construir y fomentar la paz debería estar entre los objetivos prioritarios de cualquier sociedad y de todos los gobiernos; no en vano, suele incorporarse en los textos normativos fundacionales de todo proyecto colectivo, como hace la Unión Europea en el Tratado de Lisboa, uno de cuyos fines es promover la paz, sus valores y el bienestar de sus ciudadanos. Sin embargo, ¡todo parece una utopía en ocasiones! Según el Índice de Paz Global, edición 2021, GPI-2021-web-1.pdf (visionofhumanity.org) publicado por el Institute for Economic and Peace, el nivel de paz mundial sigue deteriorándose y disminuyendo en los últimos años. Aunque, según este estudio, hay más países que mejoran que los que empeoran, lo triste es que continúan surgiendo conflictos y crecientes tensiones entre los países además de nuevas olas de tensión provocadas por la pandemia de COVID-19.

Todos tenemos derecho a vivir en un mundo en paz y todos estamos obligados a construir un mundo en paz. Para ello es urgente que también los gobiernos establezcan políticas de educación en paz; que las familias cuiden de sus hijos respetando e inculcando los valores de paz, tolerancia y respeto entre todos. Cumplamos con el deseo del Papa Francisco en su mensaje para la celebración de la Jornada Mundial de la Paz, el 1 de enero de 2021, “que la humanidad pueda progresar este año por el camino de la fraternidad, la justicia y la paz entre las personas, las comunidades, los pueblos y los Estados”. Que el alto el fuego se produzca en cada persona y en cada lugar donde haya guerra y dolor. Urge la PAZ

GRUPO AREÓPAGO