A nadie en Castilla-La Mancha se nos escapa que el Partido Popular presidido por Paco Núñez es mimético al de Cospedal. De hecho -a pesar de perder dos veces las elecciones por su política de recortes y por sus acciones no ejemplares en directo o en diferido- todos los dirigentes del partido que formaban la cúpula de Cospedal siguen estando en puestos de responsabilidad, y los pocos que faltaban tras el Congreso de la sucesión han sido llamados a filas como miembros del hipotético “gobierno en la sombra” de Núñez a principios de septiembre.
Es verdad que con Cospedal hacen cosas extrañas, de amagar y no dar, de me gusta todo de ti pero tú no, o de todo contigo pero sin ti… Cosas que le hacen afirmar al señor Núñez un día que es la Presidenta de honor del PP regional porque “contigo empezó todo María Dolores”, al día siguiente ni confirmar ni desmentir, para llegar al fin de semana afirmando que “fue una presidenta ejemplar y que siempre tendrá las puertas abiertas del PP (entendemos de la dirección porque del partido nunca le echaron)”; pero en esto María Dolores de Cospedal ya conoce a quien dejó de sucesor y no debe sorprenderle lo que al resto nos extraña: su infinita capacidad de contradecirse todos los días.
Pero Cospedal no puede reprocharle nada, al fin y al cabo, el mayor problema que tiene hoy el PP de Núñez sigue siendo su larga sombra de recortes y de supuestas tramas de corruptelas en las que altos miembros del Gobierno regional del PP estuvieron directamente implicados según los autos judiciales. Incluso la fiscalía anticorrupción o las más de 100 grabaciones de Villarejo les señalan a Cospedal y a su marido como responsables directos del caso Kitchen (sobornos, espionajes y destrucción de pruebas para sabotear la investigación del caso Gürtel).
A pesar de que Núñez afirme lo contrario, Cospedal no fue una buena presidenta. Sus recortes fueron los más crueles de toda Europa planteando un cambio de modelo radical hacia la gestión privada de los servicios públicos, un modelo donde el beneficio social es secundario y en el que al sólo buscar la rentabilidad o la justificación económica de los servicios, te hace llegar a la conclusión de que te sobran la mitad de los hospitales, y casi todos los colegios o consultorios de municipios de menos de 5.000 habitantes. Rompieron con fuerza el artículo 14 de la Constitución que nos garantiza los mismos derechos y obligaciones con independencia, también, de si vivíamos en las zonas rurales o en las zonas urbanas.
Fueron cambios estructurales, a largo plazo, que justificaron con coyunturas económicas, pero, ¿en qué coyuntura pueden justificar todo lo que hoy conocemos de la cara oculta de la gestión de Cospedal? ¿Cómo pueden explicar que la sede de la presidencia de la Junta se conviertiera en un epicentro oscuro de la agenda de los Bárcenas o Villarejos de turno? ¿Cómo podemos perdonar que el señor Gordo, hombre de confianza de Cospedal en la presidencia regional, se encargara supuestamente de espiar, chantajear o usar fondos reservados para sobornar al chofer de Bárcenas?
No sabemos cuál será la responsabilidad penal que determinen los tribunales sobre la actuación de Cospedal a pesar de las peticiones de la fiscalía anticorrupción de sentarle en el banquillo de los acusados, pero sí tenemos claro que debe haber responsabilidades políticas de calado por los hechos que sucedieron durante su mandato.
Andrés Gómez Gordo no era de Castilla-La Mancha, de hecho, era un comisario de la policía nacional residente en Madrid que fue fichado como Director General por Cospedal para encargase de documentación y análisis. ¿Qué hacía un comisario de Madrid en el Palacio de Fuensalida y cuáles eran sus funciones? Es la tapadera de mayor rango de la historia de nuestra democracia.
Dice el juez de instrucción que el director general de Cospedal era el enlace entre el ex Ministro del Interior (expulsado del PP y sentado en el banquillo) y el chófer de Bárcenas que, a su vez, era el encargado de robarle la documentación y de dar información de sus movimientos a la dirección del PP.
Es difícil pensar que todas esas acciones, quedadas y reuniones realizadas muchas veces en horario laboral, pasaran desapercibidas por los dirigentes del PP regional, que nadie de la presidencia de la Junta de Castilla-La Mancha se preguntara: ¿dónde está hoy el señor Gordo? O, simplemente, ¿a qué se dedica?
Y es ahí donde entra de lleno la responsabilidad política de la presidenta Cospedal y de los dirigentes del Partido Popular de esa época que, lamentablemente, siguen siendo sus actuales dirigentes.
Paco Núñez parecía en verano estar aliviado por el pequeño balón de oxígeno que la instrucción del caso Kitchen le dio a Cospedal, pero su problema es Gordo, Andrés Gómez Gordo, que se ha convertido en un verdadero cordón umbilical entre las corruptelas de la Gürtel y la Kitchen, el Palacio de Fuensalida y el PP de Castilla-La Mancha.
La responsabilidad penal de Cospedal y de Gómez Gordo la tienen que tomar los jueces, faltaría más, pero la responsabilidad política de los que hicieron, permitieron, callaron o no vigilaron a los cargos públicos durante la etapa más oscura de la historia de nuestra Región está todavía por determinar. No se puede estar engañando todo el tiempo a todo el mundo, señor Núñez, porque de Gordo trata el juego.
Sergio Gutiérrez Prieto. Secretario de Organización PSCM-PSOE