Soy abolicionista porque con la esclavitud no se convive, se condena, se trabaja para erradicarla y se abole.
Esclavitud: “Sujeción excesiva por la cual se ve sometida una persona a otra, o a un trabajo u obligación”. Esta es la definición –en una de sus acepciones- que hace la Real Academia Española de la Lengua del término.
El 23 de septiembre, “Día Internacional contra la explotación sexual y el tráfico de mujeres, niñas y niños”, fue instaurado por la Conferencia Mundial de la Coalición Contra el Tráfico de Personas tomando como referencia la fecha en la que se promulgó en Argentin, en 1913, la primera Ley para la lucha contra la explotación sexual.
La prostitución, toda forma de explotación sexual, es a todas luces una forma de esclavitud porque supone una forma de sujeción, de exceso, de sumisión; también de enajenación de la voluntad, de vejación hacia las personas prostituidas, en especial hacia las mujeres y las niñas.
Escucho multitud de intentos de justificar una práctica que se ha venido tolerando socialmente a lo largo de los años, arguyendo la “voluntariedad”, la libre elección. Nada más lejos de la realidad. La prostitución no es una relación de igual a igual en la que dos personas eligen. En la prostitución, el putero elige porque paga y la persona prostituida es sometida a su voluntad. No es sexo libre, no es una relación en igualdad.
El putero elige con quien, la mujer no. El putero elige qué, la mujer no.
Nadie puede mirar para otro lado, la mujer prostituida en ocasiones no puede ni mirar. Sus ojos quedan vacios y su mente le prohíbe volver a confiar e incluso enamorarse.
Sí, soy abolicionista. No somos mercancías. No somos algo que se expone en escaparate para que nos elijan.
La prostitución nos hace esclavas.
Pilar Zamora Bastante. Miembro de la Ejecutiva Local del PSOE de Ciudad Real