Querido lector/a, ¿si pudieras, qué cambiarías de tu vida? ¿Te imaginas que tuvieras la oportunidad de corregir situaciones en las que no estuviste acertado? ¿O decisiones tomadas en caliente y con tal ligereza que en lugar de solucionar empeoró las cosas? Cuántas veces hemos pensado “si yo hubiese sabido esto”... Tantas cosas que modificaríamos si pudiésemos disponer de otra oportunidad. Y cómo me gustaría que me la ofrecieran aquellas personas con las que me he podido equivocar.
Desde luego, los errores nos hacen progresar y aprender, y cuando tomamos una decisión se supone que es la más adecuada según nuestras circunstancias y entendimiento, pero nunca sabremos las consecuencias de haber escogido otro camino.
Hace poco, vi a un señor mayor (poderoso en sus tiempos) sentado en un banco con un andador y desposeído de los privilegios de antaño. Me quedé observándolo, sin poder apartar la mirada, estaba atrapada, desconcertada y con sentimientos encontrados. El tiempo se detuvo ante mí por unos instantes. Me hubiese gustado hablarle y explicarle que en el pasado, su acción me había causado mucha amargura, pero que le había perdonado. Quizás algún día hable con él.
Todo comenzó cuando yo era muy joven y tuve una situación arbitraria e injusta en la que él estaba muy involucrado. Nunca olvidaré lo sucedido y el sufrimiento que gratuitamente me infligieron. Pero la vida me tenía reservado un regalo, la oportunidad de comenzar de nuevo en otra actividad que lo cambió todo ya que me permitió crecer emocional y profesionalmente. Le conté a mi abuela la alegría que sentía, y me dijo: “ves, una puerta se cierra y ciento se abren llenas de oportunidades”. En ese momento cerré esa etapa de mi vida con la llave del perdón y me sentí “LIBRE”, sin el lastre que causa la venganza y el rencor. Comenzando una nueva andadura llena de alegría y sueños.
Alguna vez hemos cogido un tren equivocado. Dicen que solo pasa una vez, y siempre viajando hacia el futuro con numerosas personas y muchos lugares en los que bajarse. A veces, por alguna razón, este regresa a la estación de partida, dándonos la oportunidad de coger otro diferente para continuar nuestro viaje.
En ocasiones, nos hemos sentido ninguneados e impotentes ante alguien que con su actitud desagradable, prepotente, incluso chulesca, nos hace sentir incómodos, casi humillados. Incapaces de mediar palabra por estar atrapados en una atmósfera de frustración e indignación que nos impide expresar con educación lo que sentimos. Es normal que en ese momento no estemos preparados para dar una nueva oportunidad. Pero el tiempo amortigua y cura muchas heridas, y si la vida nos ha regalado el poder coger un nuevo tren, ¿por qué no hacer nosotros lo mismo?
Un hecho cotidiano que me lleva a una reflexión atemporal: no es sencillo cuando se tienen muchas preocupaciones aparentar que no pasa nada. Es verdad que resulta muy gratificante compartirlas con personas de nuestra confianza, porque al hacerlo, estamos aligerando nuestra carga. Pero tampoco podemos ir por la vida siempre quejicosos y de mal humor, nadie de nuestro entorno o fuera de él tiene qué pagar nuestros platos rotos. Posiblemente, en estas circunstancias es cuando más necesitamos otra oportunidad. Sería un bálsamo caído del cielo.
Quizás, si nos hubiesen dado recursos para comprender y mejorar nuestras emociones, se evitarían muchas situaciones penosas y conflictivas. El libro “Permiso para sentir” de Marc Brackett, habla de lo importante que es la educación emocional (este autor imparte esta disciplina en algunos Colegios y Universidades de EEUU) para mejorar la calidad de vida de las personas.
Siempre que ello sea posible, y de manera desinteresada, hay que dar oportunidades a quien las necesite. Quizá mañana alguien lo haga por nosotros. De esta manera todos formamos parte de un círculo virtuoso de generosidad. Lo que va, vuelve enriquecido.
Deseo que tu vida esté llena de oportunidades.
Mª Carmen Piñero López. Educadora Social