Es la primera vez que escribo un artículo sobre la vida de alguien. ¡Qué alegría que sea un (mi) referente en la evangelización! Pero también referente en cuanto a coherencia y compromiso, es decir, hoy en día Antonio Rivera es ejemplo para el mundo y en especial para los jóvenes, sean católicos o no.
Para nada el objetivo de este artículo es una crítica al estado de la juventud hoy en día, juventud que se ha puesto en el punto de mira de forma continua, con maldad y segundas intenciones; juventud de la que me siento parte y quiero con locura, y es por eso que me duele ver cómo sufre. Sin embargo, no hay duda de que la crisis social de valores que existe se manifiesta de forma clara en los jóvenes.
Antonio Rivera sería medicina para todos los que le conociesen en profundidad, sería raro en su especie y en su forma de vida, incluso entre los católicos, si hubiese sido un joven más de nuestro siglo. Fue una persona a la que se le inculcaron valores cristianos desde su nacimiento, como a mucha gente del tiempo que vivió (1916-1936). La diferencia que marcó Antonio es que el sentirse identificado con la educación que había recibido supuso el comienzo de una lucha para toda la vida. Una lucha para llegar a ser santo, su único sueño. Su puesto en la batalla era el de seglar, vocación que tuvo clara desde pequeño y que choca de frente con todos los que tienen la visión tan pobre de que la evangelización, el compromiso y la responsabilidad en la Iglesia corresponde a los sacerdotes.
Antonio es el ejemplo de que con cuidado de la vocación se puede vivir una vida feliz y coherente. En un contexto previo a la guerra civil en España, llevando una vida normal, con unas cualidades que no eran sobrenaturales, siendo muy joven y con solo 16 años asumió grandes responsabilidades, tanto a nivel nacional como en Toledo, siendo el primer presidente de los Jóvenes de Acción Católica, llevó a Dios a muchas personas, y no solo eso; las organizó. Asoció a miles de jóvenes en torno a los centros de AC, consiguiendo que estos remaran en la misma dirección.
Cuando leo las frases más famosas que pronunció, ves que son producto de la pasión que tenía por lo que hacía. Antonio se enamoró de la Persona a la que más quería y entregó su vida por ella. Cuando ves cómo fue su vida, los frutos que dio en tan poco tiempo, te sientes obligado a salir, a entregar todo tu tiempo por quien nos lo entregó todo, Jesucristo.
Pasión, coherencia y valentía. Es el ejemplo que Antonio nos da a los jóvenes, más especialmente a los católicos de Toledo. Os invito a todos a conocerle, a entregar la vida por lo que amamos como él lo hizo y por último a pedirle a un santo que está en camino de ser reconocido por la Iglesia.
Daniel Díaz-Rincón Muelas. Responsable de Jóvenes de Acción Católica General de Toledo