En el momento presente estamos asistiendo a la redacción definitiva del proyecto del Real Decreto del Currículo de la Educación Secundaria que va a suponer e incorporar la nueva ley de Educación, conocida como LOMLOE. Pero los, de momento, borradores, a pesar de que la misma LOMLOE hace constantemente referencia a los valores cívicos y éticos destierran a la Filosofía como asignatura troncal en la Educación Secundaria Obligatoria y desde el Ministerio de Educación, únicamente se deja abierta la puerta a que sean las propias Comunidades Autónomas las que la fijen o la establezcan como optativa en el ejercicio de sus competencias a nivel regional.
a la Filosofía como también hacen lo propio -aunque en menor medida- con otras disciplinas actualmente implantadas: Plástica y Educación visual, Música, Latín y Griego, e incluso Economía. Mientras, la campaña de firmas a favor de la Filosofía alcanza ya alcanza la cifra de 48.278 firmas en Change.org.
Quizás fuera deseable que, a pesar de no producirse nunca un consenso en materia educativa entre los principales partidos de nuestro país, los cambios legislativos que se produzcan no afectaran tanto ni de forma tan contundente a las materias que se imparten, sino más bien a la forma y a la manera en que se presta y se financia el servicio y el derecho a la Educación pública. Porque resulta más que claro que la LOMLOE y los borradores del proyecto de Real Decreto toman precisamente el primer camino: el de modificar drásticamente las materias a base de Decreto y de privilegiar unas materias en detrimento de otras, teniendo como principales afectadas y perjudicadas a las conocidas como «humanidades».
El filósofo ilustrado de finales del siglo XVIII Immanuel Kant sostuvo que todas las grandes preguntas que podían hacerse desde la Filosofía se podían resumir en una única pregunta ¿Qué es el hombre? El estudiar Filosofía y el estudiar la respuesta que, por ejemplo, da el mismo Kant a dicha pregunta no tiene simplemente la finalidad de conocer la respuesta que proporciona Kant a tal pregunta, sino que la finalidad fundamental y primera resulta ser una invitación a atreverse a pensar por uno/a mismo/a, a saber acerca de tal pregunta y a dar una respuesta propia al respecto de tal cuestión consciente, serena y argumentada. El famoso lema de Kant y de la Ilustración «atrévete a pensar por ti mismo» continúa hoy más que vigente más de dos siglos después. Los estudios denominados como «humanidades» tienen por objeto analizar y estudiar los diferentes contenidos humanos: ya sean artísticos, culturales o bien reflexivos como la Filosofía.
Pero a pesar de la necesidad, a todas luces evidente, de reflexión en los tiempos que corren y el imperativo que tenemos como género humano de seguir planteándonos tal pregunta -y, a su vez, de todas aquellas otras preguntas que podían resumirse en aquella pregunta más fundamental, tales cómo ¿qué puedo conocer?, ¿qué debo de hacer? y ¿qué puedo esperar?- la Filosofía como disciplina, como materia y asignatura se encuentra gravemente amenazada en la Educación con la nueva Ley educativa, y especialmente con el desarrollo curricular que se ha propuesto por parte del Ministerio, que ya se ha remitido a las Comunidades Autónomas y que está prácticamente esperando a ser rubricado sin apenas ninguna modificación sustancial.
La proscripción de la Filosofía de los estudios de Educación Secundaria sienta las bases para que en la Educación de nuestro país se deje de reflexionar, se deje de pensar (tan necesario como es pensar antes de actuar y antes incluso de hablar), para que simplemente se acepten y se acaten las cosas tal y como son, o como se nos dice que son. Sin ir más lejos, el filósofo alemán Markus Gabriel ha calificado la deplorable situación que ostenta la Filosofía en la Educación en España como «crimen contra la humanidad». Precisamente por ello no estaría de más que el actual Gobierno cumpliera de manera real, efectiva y sin contrapartidas con el mandato que por unanimidad aprobó el Congreso de los Diputados: establecer la asignatura de Filosofía con carácter obligatorio en 4º de la ESO y la de Historia de la Filosofía en 2º de Bachillerato. De hecho, ése fue también el compromiso que adquirió el propio Presidente del Gobierno Pedro Sánchez en 2015 ante la Asociación de profesores de Filosofía de Madrid. Pero las cosas en realidad distan bastante de discurrir en dicho sentido.
Es verdad que desde el Ministerio de Educación se dice que el Gobierno no deja de cumplir con dicho mandato ni con su palabra. Pero resulta a todas luces falso, porque la Filosofía de 4º de la ESO no está contemplada como asignatura obligatoria ni troncal opcional en la nueva ley. Desde el Ministerio se dice que podrán ser las CCAA, las que en el ejercicio de su autonomía, la puedan ofertar en el ámbito de su Comunidad Autónoma; que en todo caso se reclame ante ellas el que la Filosofía -o, en su defecto, la Ética- pueda ser ofertada como optativa.
Pero, al mismo tiempo y por otra parte, se reducen horas a los Departamentos de Filosofía a marchas forzadas: la Filosofía de 1º de Bachillerato pasa de 3 horas semanales a 2 horas semanales. La Historia de la Filosofía de 2º de Bachillerato se instaura como obligatoria, pero con una insignificancia en lo que a horas lectivas se refiere: 2 horas semanales, cuando en la actualidad como Troncal optativa en el Bachillerato de Ciencias Sociales y Humanidades cuenta con 4 horas lectivas semanales. Y, por último, Valores Éticos, asignatura en la que la especialidad de Filosofía tenía la prioridad y que desaparece como asignatura opcional frente a la Religión católica, la cual cuenta con un total de 160 horas en toda la ESO y frente a la cual no habrá ya ninguna asignatura en cuanto tal, sino proyectos a nivel de centro o a nivel de cada Comunidad Autónoma, sin ningún desarrollo curricular y, por tanto, sin ningún contenido académico.
La Filosofía y, con ella, los profesionales que se encargan de impartirla se encuentran -por todo lo expuesto anteriormente- claramente amenazados, y se ciernen sobre la Filosofía, como disciplina y sobre sus profesionales docentes una condena a la proscripción de la Educación Secundaria y a una muerte anunciada. Resulta paradigmático que tras esta amenaza a una condena a una muerte segura se encuentren precisamente los mismos que en 399 a. C. condenaron a muerte a Sócrates: aquellos que pretendían que se podía decir una cosa y hacer la contraria a la vez, o lo que es peor, aquellos que sostenían que una cosa y la contraria venían a ser lo mismo.
Jesús García de las Bayonas Delgado