Cada nueva ola de pandemia nos recuerda la crisis pública, sanitaria, social y económica que afecta a España y al resto del mundo y las consecuencias globales que lleva consigo.
Lo que es cierto es que está cuestionando nuestro modelo de sociedad, los valores y la actitud que tomamos ante los retos de este siglo, el modo en que gestionamos nuestras propias crisis personales y la adaptación necesaria en los ámbitos socioeconómicos y políticos de este nuevo escenario en el que la incertidumbre y la transformación son constantes.
Esta situación posiciona a la sociedad ante la dualidad de proactividad/reactividad mostrándonos la importancia de tomar la iniciativa basada en el ancestral aprendizaje intuitivo. A las empresas les recuerda la necesidad de anticiparse e imaginar nuevos entornos para crear procesos y modelos de negocio basados en la ecología humana, que implican un mayor compromiso social, cultural y medioambiental. Los retos de desarrollo, crecimiento y sostenibilidad necesarios para abordar este tiempo pasan por ofrecer mejor calidad de vida a las personas y mayor conservación del entorno y con la visión puesta en crear un mundo mas libre, justo e igualitario.
Las Organizaciones Políticas y las Instituciones también deben abordar este proceso que se exige a la población, situando a la persona y a la preservación del medio en el centro de las políticas. Y es que, quien pide transformación, reto demográfico y cumplimiento de unos objetivos debe ser el primero en ofrecer ejemplo.
La sexta ola nos recuerda lo que no funciona en el sistema, la dificultad que supone la masificación de las grandes urbes y las ventajas de la calidad de vida del medio rural, aunque también sus carencias en servicios, recursos e inversiones. Tan importante es analizar lo que falta como impedir que se eliminen infraestructuras que con una adaptación necesaria pueden ser generadoras de actividad socioeconómica en zonas poco pobladas, como es el caso de la línea ferroviaria Madrid-Cuenca-Valencia que une la capital con el puerto marítimo mediterráneo cohesionando y vertebrando tres Comunidades Autónomas.
En 2022 se ofrece de nuevo la oportunidad de frenar la brecha entre dos mundos paralelos, dos realidades distanciadas y dos sociedades desiguales. Con la llegada de Next Generation EU se abre nuevamente el momento de crear una ruralidad transformadora, significativa y avanzada para nuestros pueblos y comarcas, el momento de definir de forma proactiva en qué queremos convertirnos y plantearlo sobre proyecto ejecutable con las posibilidades que ofrecen los fondos de recuperación, el momento de impulsar el papel de la mujer como creadora de vida y desarrollo del medio rural, facilitando soluciones para la tan necesaria corresponsabilidad y apoyando, pero de verdad, a coste cero, a empresas y emprendedoras que se implanten en zonas con escasa población para poner en marcha las oportunidades de desarrollo del medio rural y las que ofrece la transformación digital, las nuevas economías y el teletrabajo, para atraer población, aunque esta sea pendular.
Después de todo lo vivido esta pandemia en los pueblos no debemos permitir que los fondos se devuelvan y se queden en un eslogan, sino lograr algo que realmente beneficie a la "Siguiente Generación" y que el concepto "lucha contra la despoblación" y "Reto Demográfico" sean planteados en términos económicos, sociales y medioambientales y con una Estrategia Nacional de Repoblación y Revitalización ordenada y vinculada al empleo. Si no lo hacen de arriba hacia abajo, tendremos que hacerlo a la inversa, de abajo a arriba, de lo pequeño a lo grande, uniéndonos y planteando proyectos conjuntos. Seremos capaces. Feliz 2022!!!
Yolanda Martínez Urbina. Coordinadora de Reto Demográfico de AFAMMER. Presidenta de Red de Pueblos Proactivos