Todo en Paco era excepcional.
Ayer nos dejaba huérfanos de su amistad y de su cariño.
Decía que era alcarreño por elección. Un buen día abandonó Madrid y la biología para irse a vivir a Caspueñas, a un molino, y a regalarnos su presencia, su magnífica poesía y su amistad.
En su libro de poesía, Morirse es como un pueblo, Marquina dice, “Disfruta de la muerte/pues quien sabe morir, aún está vivo”. La figura, la obra, la personalidad de Paco siempre permanecerá viva entre todas y todos nosotros. Por eso, en los próximos días propondré a la Corporación municipal que un espacio público de la ciudad lleve el nombre de Francisco García Marquina. Será un verdadero honor.
Conocí a Marquina hace ahora más de veinticinco años. Fue en Cañizar, en casa de Manu Leguineche a quien visité porque quería entrevistarle para la revista de mi pueblo. Qué recuerdos, cuando todavía vivía nuestro premio Nobel, Camilo José Cela. Tres genios, tres grandes personalidades, tres maestros que hicieron de la Alcarria un lugar mundialmente conocido, “al que a la gente sí le empezaba a dar la gana ir”.
De aquel encuentro surgió una relación de afecto, cariño y por mi parte, de admiración y agradecimiento. Sólo con escuchar a Marquina aprendías. Era una fuente de sabiduría, de inspiración, tan cercano, tan humilde, tan verdadero que cuando le conocías, un gran lazo de hermandad te unía a él para siempre.
El Día de Reyes interactuamos por última vez en las redes sociales, a cuenta de Gloria Fuertes, y la verdad es que me cuesta pensar aún en su fallecimiento. Jamás olvidaré sus muestras de afecto.
Nos deja uno de los nuestros; uno de los mejores poetas a nivel nacional que “por elección” quiso disfrutar de nuestra tierra y nosotros y nosotras de él y; por supuesto, seguiremos disfrutando generaciones venideras.
Una huella imborrable .
Hasta siempre querido Paco