Que dos personas cobren lo mismo por el mismo trabajo en las mismas condiciones. Algo que siempre hemos oído y que parece de Perogrullo, no tiene su traslación al mercado laboral cuando hablamos de hombres y mujeres. Según el último dato ofrecido por el Ministerio de Hacienda la diferencia salarial media entre hombres y mujeres en España en puestos de trabajo iguales es de 4.915 euros, lo que supone una diferencia del 28,6%.
Una sociedad moderna, como la nuestra, no puede permitirse tal brecha salarial, por cuanto supone en el desarrollo de la misma, así como también evidencia lo mucho que queda por avanzar en la erradicación de toda forma de discriminación hacia las mujeres, y por lo que días como hoy no deberían pasar desapercibidos ni tomados en vano.
Cuando hablamos de la brecha salarial no solo hablamos de dinero, hablamos de la indignidad e injustica que supone que una mujer, por el hecho de serlo, esa es la clave, cobre menos por el mismo valor de trabajo que un hombre. Este hecho supone una vulneración de los derechos fundamentales y por tanto la minusvaloración de todas aquellas mujeres que sufren tal discriminación.
La legislación vigente al respecto, ya recoge el derecho a percibir una retribución igual ante el mismo trabajo o de igual valor, así lo hace por ejemplo el Artículo 14 de la Constitución española, la Ley para la igualdad real y efectiva entre hombre y mujeres, Ley Orgánica 3/2007 o el Estatuto de los trabajadores. Sin embargo, esta legislación no abarca a todas las empresas y sectores en nuestro país, y es ahí donde se encuentran las mayores brechas salariales, en los denominados trabajos precarios. En este tipo de trabajos, muchas veces insertados en la economía sumergida, las condiciones laborales son pésimas e, incluso, inexistentes, y esta problemática se agrava cuando nos referimos a las mujeres, ya que en la mayoría de ocasiones no cuentan con un contrato legal o este no refleja la realidad de horas trabajadas. En estos casos, además de la discriminación que supone la brecha salarial, debemos añadir el peligro que supone un posible accidente laboral y la exposición a la desprotección social que esto supone.
Por ello, debemos apostar definitivamente por abordar esta problemática de manera clara y decidida, luchar por la igualdad salarial entre hombres y mujeres es luchar por la dignidad humana y la justicia social. Conseguir la igualdad salarial será progresar hacia una sociedad más justa. En esta tarea la juventud jugará un papel fundamental, en tanto no solo somos la generación del futuro, si no que ya somos el presente, por ello debemos luchar por eliminar todas aquellas injusticias sociales que hoy están presentes para labrarnos un futuro más esperanzador.
Por último, según algunos informes, la subida del Salario Mínimo Interprofesional ayuda a reducir dicha brecha salarial entre hombre y mujeres. Por lo que celebramos las recientes subidas llevadas a cabo por el Gobierno, pero sabemos que no es suficiente. Por ello, desde Juventudes Socialistas de Albacete reivindicamos la necesidad de nueva normativa que vaya encaminada a la consecución de una igualdad salarial real y efectiva. No nos podemos permitir que una sociedad avanzada como la nuestra sufra ningún tipo de injusticia social y somos las y los jóvenes los que tenemos que dar un paso al frente en la lucha por una sociedad más justa.
Diego Aroca Rodas. Secretario General de Juventudes Socialistas Agrupación Local de Albacete