En estos últimos días no hay otro asunto que preocupe más a los españoles y a los castellano-manchegos que la guerra de Ucrania y la consecuente subida desmesurada de los precios de los productos más básicos, sobre todo el de la gasolina.
Otros productos, como el pan, la cerveza, los piensos, la carne, los huevos y la leche, el gas y la luz también están subiendo y su efecto será más visible en los próximos días.
Lorenzo Amor, presidente de una de las principales asociaciones de trabajadores autónomos, decía hoy que vivimos una situación crítica con la economía en guerra y estanflación a la vuelta de la esquina.
Y añadía que “la peor receta es subir cotizaciones, subir impuestos y costes laborales. Con la energía y carburantes en máximos históricos nuestros autónomos y empresas necesitan oxígeno y no más asfixia”.
Y no puedo estar más de acuerdo. España se adentra en el tornado de la 'estanflación'. Así se llama la pesadilla económica acuñada en 1965 por el ministro de Economía británico Ian McLeod que supo combinar en una palabra dos males económicos: el estancamiento y la inflación.
Lo peor de todo es que éste no es solo un debate semántico al que estamos asistiendo. Lo peor es que, tras las brutales subidas del precio de los productos básicos y la pérdida del valor del dinero hay personas que están sufriendo y van a sufrir aún más sus consecuencias.
¿Y qué hacen nuestros gobiernos, esos gobiernos que los españoles y los castellano-manchegos eligieron democráticamente hace más de dos años para que tomaran decisiones en momentos como los actuales?
Pues por increíble que parezca, vuelven a tomar decisiones absolutamente disparatadas: No se les ocurre mejor cosa que subir los impuestos en plena escalada brutal de precios.
Quieren subir los impuestos a los hidrocarburos -como si no fueran ya caros o la vayan a ser mucho más-, gravar los billetes de avión, o las transacciones por Internet...
Y, además, quieren subir el IVA, el impuesto de Patrimonio y Sucesiones y eliminar deducciones y exenciones fiscales.
Además, ante la grave crisis económica que estamos sufriendo, la “receta de Page” en Castilla-La Mancha ha sido la de imponer un nuevo impuesto al agua por el que cobrará a todos los castellano-manchegos por beber agua.
Frente a ello, desde el Partido Popular creemos que hay que compensar a los españoles y a los castellano-manchegos. Ahora es el momento. Por eso proponemos una bajada generalizada de impuestos -incluido el IRPF- que compense los efectos de inflación a la economía familiar, así como la eliminación del Impuesto de Sucesiones y Donaciones, la bajada del impuesto de Actos Jurídicos Documentados, la bajada del Impuesto de Trasmisiones, así como una línea de bonificaciones encaminadas a autónomos, a pymes y al sector primario y al mundo rural.
Hoy mismo, en el Pleno que el parlamento regional celebra en Toledo, lo voy a plantear y pediré que votemos todos. Hoy podremos ver quienes quieren que nuestra gente no se arruine y quienes quieren seguir metiendo la mano en los bolsillos de los castellano-manchegos hasta que no quede nada.
Porque es tiempo de oxígeno, de aire para respirar. Yo por lo menos, no pienso permitir que ningún gobierno asfixie a nuestro pueblo.
Paco Núñez. Presidente del Partido Popular de Castilla-La Mancha