Siempre me gustó la acepción de la expresión “te veo” en la película Avatar como concepto de: veo tu alma, te respeto, te saludo, te honro, te reconozco, te recibo, me conecto contigo. Hago referencia a ella, en cuanto a la sensación, o mas bien certeza, de que a las personas que sufrimos covid persistente el sistema que nos rodea no “nos ve”.
Lanzarnos de vuelta al mundo laboral estando enfermos, con la coletilla de una adaptación de puesto de trabajo, en muchos casos más que insuficiente.
Peregrinación de consulta en consulta médica, sin soluciones reales, con tratamientos sintomáticos o paliativos, tanto da como se llamen, pero en ningún caso dirigidos a una curación.
Peregrinación de prueba en prueba diagnóstica, cuyas alteraciones son vistas por la mayoría como un “sin importancia”, si bien hay quien las contextualiza y las valora, aún así, insisto, no nos lleva a tratamientos, que si bien no sean curativos, al menos sean efectivos a la hora de poder llevar una vida medianamente normal.
Existen tratamientos para otras enfermedades, que se podrían al menos intentar implementar en esta ¿Por qué no se autorizan como medicación de uso compasivo? Falta de evidencia científica… (evidencia que difícilmente se va a conseguir si no se intenta), alto coste…
Se han creado en muchos puntos unidades de covid persistente, pero ¿tienen acaso los medios necesarios, los recursos? La respuesta es no.
Y así pasa la vida. En mi caso va ya para dos años desde aquella primera PCR positiva, dos años tras los cuales las esperanzas se van disolviendo con la realidad del día a día.
Cierto es que el dolor no se puede medir, ni el cansancio, ni muchos de los síntomas con los que convivimos, ni las consecuencias que están teniendo para nosotros todo este calvario.
Necesitamos que el sistema al menos,nos reconozca, nos apoye; en resumen, “nos vea” y desde ese “ver” quizás sea posible encontrar esas soluciones que hasta ahora no parecen existir.