Posiblemente sea difícil averiguar la principal prioridad que tenemos los españolitos de a pie, aunque se hagan las encuestas que se crean necesarias, pero siempre va a existir la duda de si las encuestas se han hecho bien, si son fiables, si la gente ha contestado sinceramente, y mil cuestiones más que se puedan dar.
Viene a cuenta este artículo de lo que un día sí y otro también es objeto de tertulias en radios, televisiones y noticia en demás medios de comunicación, que no es otro que el problema de espionaje, y la utilización de ese programa llamado Pegasus que es capaz de averiguar hasta lo que comemos diariamente, pues bien, yo tengo muchas dudas de que esto sea un problema que preocupe en demasía a los españoles, aunque ciertamente, en una democracia este asunto sea grave. No obstante, en los círculos que nos movemos la mayoría, este tema es poco recurrente, y si se da la importancia que se le da, es más bien, según los ciudadanos, un asunto más para los medios de comunicación y los políticos de turno, que para los ciudadanos.
Los ciudadanos estamos y están más preocupados por otros asuntos de la vida diaria, según aprecio en mis conversaciones, y estos asuntos son muchos e importantes, y consideran, y considero, que hay que tomar medidas para hacernos la vida más fácil, y reconocer algo de cuáles son esos asuntos. Al hombre del campo le interesa que cuando vaya a echar gasoil en el tractor el precio no se desborde, que el ganadero tenga piensos para sus animales en un precio razonable, que el hortelano consiga unos precios para sus productos que le permitan vivir, que el empresario del campo encuentre trabajadores para poder recoger las aceitunas, la fruta… que el trabajador del campo por cuenta ajena reciba un salario justo que le permita vivir dignamente, que el autónomo pueda sacar adelante su pequeño negocio sin tener que entramparse en demasía consiguiendo unos créditos asequibles, esto y mucho más.
Que un trabajador de una empresa que lleva años con contratos precarios se le haga fijo para poder hacer una mejor vida, que todos los trabajadores y trabajadoras estén dados de alta en la Seguridad Social sin ningún reparo, que trabajen las horas estipuladas por ley sin que haya ningún abuso.
Que el salario mínimo sea revalorizado, y se llegue a un límite necesario para que un trabajador pueda llegar a fin de mes, y que el despido no se abarate.
Que una persona jubilada considera que su pensión tiene que ser revalorizada según el coste de la vida, y que las personas mayores tengan todas las facilidades para poder hacer gestiones de banca o de otros organismos, pues no están en condiciones, en muchos casos, de hacer gestiones que se les piden y se les trate fríamente.
El ciudadano está pendiente del recibo de la luz, y que se establezcan mecanismos para que esto sea una realidad su abaratamiento, que la inflación no se dispare, y por tanto, se produzca una subida desorbitada de precios.
Quien se desplaza para trabajar por su negocio u otras consideraciones, que se abarate el precio de los combustibles que le asfixian su negocio o ese desplazamiento obligatorio de un trabajador.
Quien tiene el ingreso mínimo vital, que este sea mayor para poder salir del bache en que se encuentra, o al menos, para intentar cubrir las necesidades básicas diarias.
También estamos los ciudadanos, en que el paro baje como ha ocurrido este mes de abril, que haya más gente cotizando a la Seguridad Social, más gente fija en el trabajo y que la reforma laboral vaya dando sus frutos, como así parece, a pesar de la frialdad con que el Sr. Garamendi demostró en responder a unas preguntas que le hicieron en un medio de comunicación, que decía que aún no se veían los resultados, que estos se verían a medio plazo, aunque los datos avalan lo contrario, triste que la patronal que firmó lo acuerdos responda así.
Todo esto es lo que realmente nos importa a los ciudadanos de a pie y es motivo de las conversaciones diarias, de lo otro, aun siendo un problema grave, se encuentra en otro plano. y más bien se considera que son como peleas en la política, diríamos de altura. Son problemas, de ellos, de los políticos y nada más.
Alberto González González