Los 9 de Mayo se celebra el Día de Europa en conmemoración de la firma de la Declaración Schuman en 1950, fecha que se considera el inicio de lo que hoy llamamos Unión Europea.
Dicha Declaración se hizo, con mucho simbolismo, 5 años después de la rendición total del ejército nazi ante las tropas soviéticas, que fueron las primeras en entrar en Berlín, pero las últimas frente a las que capitularon los nazis.
En aquella fecha de 1950 lo que se pretendía era que no se volviese a repetir una guerra entre los países europeos. Sin embargo, a día de hoy, más de 70 años después, seguimos teniendo la amenaza real de la guerra en suelo europeo.
Cuando acabó la II Guerra Mundial, el gran enemigo del mundo era el nazismo y sus ideologías hermanas fascismo y franquismo. Hasta el punto que las Naciones Unidas así lo proclamaban. Pero el “reparto” del territorio europeo entre norteamericanos, ingleses y soviéticos fijó al comunismo como el nuevo gran enemigo del occidente que dirigían desde fuera de la tierra europea ingleses y norteamericanos. De hecho, aquellas ideologías fascistas condenadas por la ONU pasaron a ser aliadas por conveniencia durante la Guerra Fría, manteniendo la semilla del totalitarismo que hoy nos amenaza y que ya gobierna en varios países de aquella Europa que pretendía la paz.
Con la caída del muro de Berlín en 1989 parecía que el futuro de esa Europa que se soñaba al liberarse de la amenaza nazi podría estar más cerca, pero ahora se presenta más lejano y oscuro que entonces.
El Brexit inglés y la invasión rusa de Ucrania han sido la puntilla a una Unión que nunca fue y que nunca interesó, por lo que ha demostrado la historia, a los asistentes a la Conferencia de Yalta que se “repartieron” el “pastel” de Europa tras la guerra.
Una verdadera Unión Europea tendría que haber aspirado a incluir a la Rusia postcomunista para ser verdaderamente una potencia mundial y, al contrario, hemos seguido al albur de los intereses capitalistas anglosajones que nos han conducido a una mayor desunión, al florecimiento de gobiernos de ultraderecha en el continente y en la propia Rusia que han hecho renacer sus ansias imperialistas de antaño volviendo a la más inhumana de las actuaciones del ser humano: matarnos entre nosotros mismos.
Y ahora el futuro que le espera a la Unión Europea es más que incierto. El auge del sentimiento antieuropeísta de la ultraderecha por su enraizamiento nacionalista nos aleja de ello. Si a ello le sumamos las injerencias norteamericanas, en su afán de seguir siendo la gran sanguijuela aliada, y el perro del hortelano inglés, que no quiere perder la poca influencia mundial que le queda, mucho me temo que nuestra generación no conocerá una Unión Europea fuerte y con peso en el nuevo orden mundial que se avecina, y me atrevería a decir que la venidera tampoco. Para desgracia de todas. Ojalá me equivoque.
Juan Pedro Ayuso Cazorla. Presidente de XTalavera