Pareciera que las temperaturas se hubiesen contagiado de las subidas descontroladas que estamos padeciendo en todos los sectores y ámbitos, excepto los salarios. Y puestos a subir, no van a ser menos, por eso hay que estar prevenidos antes los golpes de calor y saber distinguirlos, porque puede usted confundir los síntomas con situaciones cotidianas del día a día.
Por ejemplo, si mientras llena el depósito de gasolina de su coche empieza a sentir vértigos, no se preocupe. Mareos o desmayo ante el recibo de la luz, sed intensa y sequedad en la boca escuchando la subida de la inflación, una sudoración excesiva cada vez que el Ministro Albares sale con la bandera de Argelia en la pantalla de su televisor, sensación de calor sofocante cuando en vez de Albares, es Pedro Sánchez cenando con Mohamed VI y la bandera de España, boca abajo; calambres musculares, no subiendo la bombona de butano, sólo encargándola; agitación si Fernando Simón nos tranquiliza, estado de confusión escuchando a Alberto Garzón, dolores de estómago o falta de apetito cuando va a hacer la compra, o desorientación y delirio a primeros de mes, no se preocupe, no son síntomas de un golpe de calor.
Y mientras padecemos subidas tras subidas, golpe tras golpe, nos centramos precisamente en la única subida en la que no podemos hacer nada, la ola de calor, cuando la mejor manera de combatir esa subida es bajar el resto, algunas subidas de hasta del 100%, y del 200%, y subir los salarios acorde al IPC, porque si la subida media es del 2% pero la vida se encarece un 9%, somos un 7% más pobres.
Para golpes de calor, sin altas temperaturas, los vaivenes en las ayudas de la gasolina. Si el miércoles nuestra Ministra de Transición Ecológica y para el Reto Demográfico, Teresa Ribera, anunciaba modificaciones vinculadas al trabajo o la renta, al día siguiente lo desmentía. Si estrenamos por la mañana el tope del gas a 165 euros el megawatio hora, que se auguraba como salvador, por la tarde alguien recordó que el tanto por ciento de pérdida de las eléctricas, al limitar los precios, tiene que ser asumido por los clientes; es decir, que el tope dio como resultado que se encareciera más que el día anterior.
Estimado “ciudadano canicular”, si además junto con agotamiento y cansancio también sufre hartazgo, puede descartar definitivamente el golpe de calor. Lo que tiene usted es una sobreexposición a las subidas descontroladas agravada por una disminución de ceros en su cuenta bancaria, que sumado a la aplicación de ungüentos y remedios caseros inútiles puede provocarle una sintomatología fácilmente confundible, aunque realmente se trate de un acaloramiento por cabreo generalizado.