María Ángeles Martín Octavio acaba de asumir el cargo de directora general de Atención Primaria del Servicio de Salud de Castilla-La Mancha. Es un momento adecuado y un buen motivo para poner el foco en un debate que considero muy necesario. Más que celebrar que sea una enfermera la nueva directora general de Primaria del SESCAM, valoro la declaración de intenciones que espero haya detrás de ese nombramiento.
Hace tiempo que tengo claro que la viabilidad de este nivel esencial de la atención sanitaria debe recaer en profesionales que cuentan con una formación –aunque poco conocida por la ciudadanía- que cubre con creces las necesidades que el sistema requiere para ofrecer una atención de más de calidad.
Creo necesario un análisis detallado y urgente sobre el papel que los profesionales de enfermería -con grado universitario y dos años de especialización- deben tener en el futuro de una sanidad pública que pide a gritos soluciones para su sostenibilidad. Para ello es necesario que dejen de ser (salvo el caso de las matronas) unos desconocidos en general para la sociedad. De hecho, el debate al que me refiero debe servir para que los profesionales de la enfermería sean vistos como la solución para garantizar que la viabilidad del sistema sanitario no sea a costa de una pérdida de calidad asistencial.
Los que peinamos canas conocemos situaciones pasadas similares a esta y somos conscientes de que no supimos hacer ver a la ciudadanía -y a los responsables políticos que toman decisiones- el valor real de la aportación que la enfermería puede ofrecer a un sistema sanitario siempre amenazado. La sociedad reclama una sanidad que responda a sus demandas y por eso resulta fundamental que conozca también qué elementos existen para cubrir con garantía esas necesidades.
Me permito, en la medida en que la experiencia me respalda, plantear que estamos en un momento crucial para desarrollar un mapa de competencias enfermeras, que cubran con garantías las flaquezas crónicas y agudas de nuestro sistema sanitario. Sin duda, es acuciante el de la Atención Primaria. Si buscamos sus bases definitorias en aspectos como la prevención, la promoción de la salud, la atención a la cronicidad, la dependencia, el programa del niño sano, del embarazo, etc. comprobamos que se trata, precisamente, de la base de conocimiento de una enfermera y que además esa cualificación se multiplica si ésta es especialista.
Es el momento de plantear algunas cuestiones fundamentales: ¿Hasta qué punto el desarrollo de nuevas competencias enfermeras puede facilitar el desarrollo de una mayor cartera de servicios interdisciplinar de Atención Primaria? ¿Hasta qué punto puede mejorar la obligada conexión entre niveles asistenciales? ¿Qué repercusión tendría en la optimización del trabajo de otros profesionales?
Y me atrevo a ofrecer una respuesta: los y las usuarias de la sanidad pública percibirían con toda claridad la mejora de la calidad de la asistencia recibida. Es el momento de llevarlo a efecto.
José Luis Arribas Espada es enfermero en Rielves y Barcience (Toledo).