Con frecuencia pienso que Talavera es una ciudad que se quiere poco a sí misma. Es un clásico que llevo en el corazón. Nos falta un poco a los talaveranos el amor propio y el respeto por lo nuestro. Tenernos más consideración. Ensuciamos la ciudad, cuidamos las calles muy regular, dejamos trastos en cualquier sitio. Andamos con la autoestima al ralentí y hablamos mal de lo que tenemos. Y, sobre todo, no solemos airear con generosidad y aplomo nuestras bondades, vendernos bien, lucir aquellos que son nuestros valores, lo mejor de nuestra historia y nuestras tradiciones, y darle carrete al orgullo de ser talaveranos y presumir de ello por donde sea. Todo el mundo lo hace, nosotros un poco menos, o eso me parece a mí.
Es verdad. Estoy muy harto, y me duele, de ver gestos raros y escuchar malas palabras sobre Talavera, a los de dentro y a los de fuera, generalmente estos últimos inducidos desde la propia ciudad. Malmetidos. Una cierta mala fama, un escepticismo de origen desconocido que nos sitúa mal por todas partes y que puede llevar a muchos a pensar que somos una ciudad de carácter pusilánime y débil, que no tiene remedio y que se ha ganado su decadencia de las últimas décadas. Es una impresión muy personal, un regusto de suspicacia local, o indolencia, que no nos coloca bien en el mapa. Y que, desde luego, no nos merecemos. Estoy convencido de que toca empezar otro tiempo y otra naturaleza, darle otro color a la vida y revertir esa imagen de Talavera que nos dura ya demasiado y nos hace daño. Desperecemos el sueño y levantémonos, que sintamos dentro nuestra grandeza y la sepamos llevar al resto del mundo.
Es simple. Hay encanto en Talavera, hay futuro, hay vida, hay motivos por los que luchar. Hay proyectos, hay gente y, sobre todo, hay mucha esperanza. Talavera azul esperanza. La Talavera emprendedora y dinámica de siempre. La Talavera alegre y comercial que muchos ya hemos vivido en otro tiempo. Sobran motivos por los que recuperar el orgullo y renovar la ciudad, batallar por un renacimiento que, tal vez, empieza a iniciarse. Debemos creer en nosotros mismos, en nuestras posibilidades, en el horizonte que tenemos delante. Tal vez convenga consolidar nuestros pasos de los últimos años y darles una vida aún más allá: el casco histórico se ha llenado de vida y de patrimonio recuperado, el perfil del Tajo es precioso e ilusionante, la cerámica vive un momento de sobresaliente esplendor, es preciosa y, además, Patrimonio de la Humanidad. Soñemos la ciudad que queremos y luchemos por ella.
Tal vez todo esto sea una tontería, pero es lo que siento y aquí lo dejo a vuelapluma. Querámonos, hablemos bien de nosotros mismos, no dejemos que nos desguacen, que maltraten el nombre de lo que somos y que nos miren con indiferencia o recelo. Batallemos con la pasión que tantas veces nos ha caracterizado. Talavera alegre, bullanguera, bonita, dinámica, guerrera y enamorada de sí misma. Sin más, de eso se trata. Futuro, entusiasmo, amor propio y humildad orgullosa. Tranquilamente, sin dar lecciones a nadie, pero luciendo el tipo y la vida. Así nos queremos, así seamos, amén.