Aunque odiada por muchos y amada por otros, lo cierto, es que Margaret Thatcher, la dama de hierro inglesa, a veces sentenciaba verdades incuestionables, y una de ellas además de sentido común, “No olvidemos nunca esta verdad fundamental: el Estado no tiene otra fuente de dinero que el dinero que la gente gana por sí misma. Si el Estado desea gastar más, sólo puede hacerlo pidiendo prestados sus ahorros o gravándolos más. No es bueno pensar que alguien más pagará, ya que ese “alguien más” eres tú. No existe el dinero público; solo hay dinero de los contribuyentes”.
No hemos ni siquiera empezado las elecciones municipales y autonómicas, mucho menos las generales, para que el dinero público, ese que sale exclusivamente del contribuyente en todas sus variantes, trabajos y cantidades, ya sea el recurso más utilizado por nuestros políticos para poder seguir decidiendo qué hacer con él durante cuatro años más, o hasta que se acabe.
Imagínense por un momento que cambiamos el eufemismo “con dinero público” por “con vuestro dinero”, o mejor dicho “con tu dinero”, seguro que las palabras “gratis” o “bono” entre muchas otras, ya no te suenan igual, pero no por egoísta ni mucho menos, porque como contribuyente y quizás no llegando a fin de mes, o deslomándote para llegar, ese gratis o café para todos, no significa lo mismo para ti que para el otro, o consideras que el café, ya que sale de tu bolsillo, no puede ser para todos por igual, o porque prefieras por el contrario la leche para quien la necesite.
Por desgracia, y sin darnos cuenta, por comodidad quizás, o porque no somos conscientes, cada vez más las políticas o los políticos recurren a la peor de las esclavitudes, la que te encadena sin cadenas, la que te silencia aunque quieras gritar, la que te hace depender de ellos y para ellos, y no de ti y para ti o los tuyos.
Como dice el famoso proverbio chino ““Dale un pez a un hombre y comerá hoy. Enséñale a pescar y comerá el resto de su vida”, pero lo que no dice el proverbio, es que muchas veces no interesa enseñar a pescar, porque mientras no sepa pescar, el hombre seguirá dependiendo del pez que se le está dando, y por tanto de quién se lo está proporcionando, pero lo que es peor, no solo no querrá aprender, es que aun si supiera se preguntaría para qué el esfuerzo de pescar mientras tenga peces.
Y hablando de peces y políticas o políticos, cuando la única solución es esa, el pez será la pescadilla que se muerde la cola, mientras más peces, menos pescadores, y mientras menos pescadores, menos peces para repartir.
Nada es gratis, pero si tiene que serlo, y usted y yo tenemos que pagarlo, que sea para quienes no tengan de momento peces, luego para cañas de pescar, y finalmente para enseñarles a pescar durante el resto de su vida y así poder seguir teniendo peces para quienes de momento no los tenga, esa es la única pescadilla que merece morderse la cola con dinero público.