El pasado 24 de Enero, lunes, se celebró el Día Internacional de la Educación pasando desapercibido por muchos, o más bien por demasiados, especialmente por la omisión en día tan señalado a referencias por parte de nuestros responsables políticos, máxime en puertas a unas elecciones, lo cual me hace temer que otra vez la educación será tema secundario o terciario, para muchos de ellos, cuando es precisamente la educación con mayúsculas la única capaz de resolver muchos de los problemas que no solamente sufrimos dentro de nuestras fronteras, sino fuera de ella. Si sólo una pequeña fracción de las inversiones destinadas a la igualdad, de género, de oportunidades, erradicación de la violencia, empleo, cambio climático, crisis económica, energética, paz entre territorios, libertades y un largo etcétera, se siguiesen destinando a cada uno de ellos pero a través de la educación, seguramente no conseguiríamos solucionar todos los problemas, pero seguro que no serían ni tantos ni tan graves.
El lema y mensaje principal elegido para este año por la UNESCO ha sido “Invertir en las personas, priorizar la educación” y entre otros objetivos pretendía y pretende movilizar a la clase política para que prioricen la educación, entendiendo que es la mejor manera de invertir en las personas, y por tanto en la sociedad en general. De momento desde luego poco caso han hecho. Y cuando hablamos de invertir en educación, forzosamente tenemos que hablar de aquellos que realmente la hacen posible, nuestros docentes y que cuando se trata de inversiones pareciera que desaparecieran de la faz de la tierra. Por desgracia para nuestros responsables es mejor invertir en tablets, soportes digitales, y materiales concretos y la mayoría fungibles que en el verdadero valor inmaterial de la educación, la docencia y sus docentes, refiriéndome no ya que también a sus condiciones, sino en lo que es peor, al número, que como sigamos así vamos a empezar a estar protegidos como el lince ibérico, pues mientras sigamos con políticas que entienden que reducir el gasto público en educación es recortar plantillas y la inversión en educación una pantalla digital, lo único que conseguiremos será llenar nuestras aulas pero no los cerebros.
Por cierto, el otro aspecto fundamental y que sí que merece al menos una reflexión profunda es la segunda llamada de atención de la UNESCO para tan señalado, para algunos, Día Internacional de la Educación, la situación de abandono que están sufriendo muchas niñas, jóvenes y mujeres en Afganistán a las que se les prohíbe acceder a la educación incluso se les castiga por intentarlo, y hay muchos Afganistán, y otros quizás no tanto, pero también regímenes, religiones o idearios que la limitan y deben ser condenados especialmente por quienes representan en las distintas instituciones y organizaciones a sociedades libres e igualitarias. Reconocimiento también para esos verdaderos héroes que desarrollan la docencia en dichas condiciones.
Según los últimos datos, 244 millones de niños y jóvenes están sin escolarizar y 771 millones de adultos son analfabetos, cifras que deberían sonrojarnos en cualquier sociedad del mal llamado futuro, pues sin invertir en las personas, en la educación y en nuestros docentes, cada vez tendremos más Afganistán y menos futuro.