“Por la fe en Dios, que ha creado el universo, las criaturas y todos los seres humanos —iguales por su misericordia—, el creyente está llamado a expresar esta fraternidad humana, protegiendo la creación y todo el universo y ayudando a todas las personas, especialmente las más necesitadas y pobres”, así comienza el Documento sobre la Fraternidad Humana por la Paz Mundial y la Convivencia Común, firmado el 4 de febrero de 2019 entre el Santo Padre y el líder Gran Imán de Al-Azhar, Ahmad al-Tayyib, en el contexto de la visita apostólica del Papa Francisco a los Emiratos Árabes Unidos. A partir de este día se celebra cada 4 de febrero el Día Internacional de la Fraternidad.
Fraternidad es un valor universal muy presente en el magisterio social del Papa Francisco. Un año más tarde, el 3 octubre de 2020 el Papa firma la encíclica sobre la Fraternidad y la amistad social, Fratelli tutti (Hermanos Todos) donde “invita a un amor que va más allá de las barreras de la geografía y del espacio. Allí declara feliz a quien ame al otro “tanto a su hermano cuando está lejos de él como cuando está junto a él”.
Fraternidad para construir la paz, fraternidad para hacer puentes de amor, de servicio a los demás, de solidaridad y respeto entre todas las personas. Fraternidad para superar los problemas, los prejuicios, para ayudar a los excluidos, a los pobres y a los descartados, a los que sufren la violencia de los hombres; para ser respetuosos y empáticos con el prójimo.
La fraternidad requiere esfuerzo y diálogo; necesita del amor de la caridad de los unos con los otros porque la convivencia entre los hombres no es fácil; exige ser benevolente, no ser egoísta y pensar en los demás independientemente de su condición y circunstancia. Vivir la fraternidad no es fácil, requiere firme voluntad.
El pasado 4 de febrero se celebró el Día Internacional de la Fraternidad y se nos interpela una vez al compromiso de toda la sociedad a trabajar por el bien común, a colaborar en favorecer un mundo mejor huyendo de las guerras y de los conflictos. Es un día que nos recuerda que tenemos que luchar con todos los medios a nuestro alcance contra la pobreza; que trabajemos en un mundo donde la justicia, la igualdad, la tolerancia, el respeto y la equidad sean valores que se trabajen desde la familia y la educación más temprana. Que la “hermandad mundial” de la que se habla en Fratelli Tutti no se quede en un sueño o en un deseo de todos, que la unidad de todos los pueblos y de todos los hombres sea un objetivo para el futuro.