Decía el escritor estadounidense Charles Bukowski que la diferencia entre una democracia y una dictadura consistía en que en la democracia puedes votar antes de obedecer las órdenes, y aunque no comparta dicha máxima, debo reconocer que la realidad a menudo más le da la razón que se la quita. Es lo que suele pasar cuando uno confunde el favor de los votos con el poder que otorga los votos, máxime cuando la mayoría son prestados de otros, cuestión que no depende ni del sistema en sí mismo ni de los votantes, pero sí de cómo cual entienda el voto democrático depositado e incluso la propia democracia.
Según la RAE, la democracia es un sistema político en el cual la soberanía reside en el pueblo, que la ejerce directamente o por medio de representantes. En nuestro caso, el pueblo es soberano y ejerce esa soberanía por medio de representantes que de facto pasan a ser los verdaderos soberanos, no el pueblo, por eso nuestro político y artista Rodríguez Castelao decía que el pueblo solo es soberano el día de las elecciones.
No es mi intención ni aleccionar ni disertar sobre la democracia, de la cual hay decenas por no centenares de sistemas a cual más distinto, mejores e imagino peores, pero sí reflexionar sobre el sinsentido de las últimas actuaciones que incrédulos unos, entre el hastío y la indiferencia otros y la algarabía de muy pocos, los menos soberanos según los votosdel pueblo, pero que de facto ejercen como tales, haciendo buenos a Bukowski y Castelao.
Si damos por bueno el mantra de que la democracia es el gobierno del pueblo por el pueblo y para el pueblo, como decía Lincoln, habría que preguntarse de qué pueblo estamos hablando, o de qué pueblos, porque incluso dentro de una coalición de pueblos, siempre habrá unos más pueblo que otro, si lo prefieren con más carga soberana que otro, y muy flaco favor haríamos a nuestra democracia o a la que nos quieren vender, si finalmente el más soberano o con mayor apoyo, no pudiera gobernar porque el menos soberano de todos los pueblos así lo decida.
A esos casos hago referencia cuando me refiero a la dictadura de la democracia, cuando es una minoría la que de facto gobierna amparada en una mayoría de la que forma parte que también es soberana, también es pueblo y también ha elegido a sus representantes, que además son más en votos, en representantes y poder soberano por ende.
Cada cual que entienda o saque las conclusiones que desee para uno u otro lado, pero lo que sí puedo asegurarles es que la democracia no es el gobierno de unos pocos o de la minoría, o mejor dicho, poder boicotear el gobierno de la mayoría, la que sea y del color que sea según cada sistema, porque entonces pasaríamos de una democracia que da gobierno al pueblo al gobierno de una aristocracia, que gobierna sólo para su pueblo, aunque sean los menos.
Y me temo que esto no ha acabado, sólo ha hecho empezar que falta poco para que el pueblo vuelva a ser soberano, al menos, el día de las elecciones.