Empieza uno a acostumbrarse a que las reformas sustancialmente buenas para los españoles y españolas provoquen declaraciones de sainete en la oposición parlamentaria, aspavientos de iluminados o cosas peores, como ocurrió con la reforma laboral. Hoy jueves que en el Parlamento es el turno para el nuevo acuerdo de pensiones veremos, por desgracia, un teatro parecido.
No quiero detenerme mucho con estas líneas en contar la fortaleza de un acuerdo donde, por desgracia, no ha estado la patronal. Se completa una reforma de pensiones mediante tres acuerdos sucesivos negociados desde el Diálogo Social, y en sintonía con las recomendaciones del Pacto de Toledo. Es decir, hemos hablado y negociado para garantizar las pensiones públicas con más ingresos y más protección. Lo contrario de lo que, por Decreto e ignorando cualquier posibilidad de negociación, ocurrió hace una década: El Gobierno del Partido Popular impuso una reforma que en lugar de aportar ingresos al sistema, reducía progresivamente las pensiones públicas. Más joven, más pobre.
“No es cuestión de números”, se excusaba esta semana el portavoz de ese mismo partido, uno de los que hoy va a oponerse a esta reforma. Me parece que sí es cuestión de números, y con ejemplos mejor: Quienes hoy se oponen a este acuerdo diseñaron un sistema por el que usted, nacido en 1975, cobraría un 12% menos de pensión respecto a la cuantía que se cobra ahora. Su hijo o hija, nacidos en 2003, tendrían un 23% menos de pensión en el momento del retiro. Por si alguien tiene dudas, pongo otro ejemplo en euros: Un pensionista en Castilla-La Mancha que se jubilara en diciembre de 2017 ha visto mejorar su paga mensual en más de 200 euros. De haber seguido activo el sistema que impuso el Gobierno de Mariano Rajoy, ese jubilado habría perdido casi 9.000 euros desde entonces. Comparen ustedes mismos.
Ese sistema perverso que castigaba a cada generación con pensiones más pobres es el que se cambia definitivamente con este acuerdo al que CCOO hemos dado un respaldo unánime, un acuerdo que por supuesto implica que haya más aportaciones a la caja común. Sí, pagan más los que más ganan, qué barbaridad. Todo trabajador o trabajadora que ganaba al año más de 54.000 euros cotizaba por esa cantidad, no importa por cuanto sobrepasara esa cifra. Ahora cotizarán hasta los 75.000 euros anuales. Pagan más los que más ganan, así de claro, pero también tendrán acceso a mejores pensiones cuando llegue su jubilación. Normal que a esto se opongan los que se oponen. Normal que quienes ven en las pensiones un negocio para el sector privado insistan en inventar nubarrones sobre el futuro. Normal que vendan su moto queriendo enfrentar a unas generaciones con otras.
No es la mejor manera de ganarse al ciudadano acudir hoy al debate parlamentario a defender privilegios de las elites económicas frente a los derechos de los pensionistas, y cuestionando la protección de las pensiones públicas que recoge la Constitución. Los políticos que aspiran a gobernar y un día manejar la toma de decisiones deberían tenerlo claro, más cuando alrededor tenemos el ejemplo de cómo se cabrea el personal cuando un Gobierno impone por las bravas y sin ninguna negociación reformas que son recortes (véase Francia), pero aquí hasta el líder de la oposición se permite el capricho de ningunear un acuerdo como éste, y defender el panorama del país vecino. Si quieren comparar cosas, pueden comparar lo que cotiza una empresa por trabajador, porque hasta ahora en este país esa cotización es un 6% inferior a hace 40 años.
No guardo grandes esperanzas de que la oposición elija el día de hoy para cambiar el tercio, empezar a pensar en lo colectivo y en el Estado de Bienestar que prometieron defender al tomar posesión de sus cargos. Empeñada en no conceder ni un minuto de tregua al Gobierno de coalición -llegaron a boicotear acuerdos firmados por la patronal- hay gente en la tribuna política y mediática dedicada a combatir una reforma con esta trascendencia y con el aval de Europa. Ojalá la ciudadanía entienda lo que hoy se vota. Y que cada cual se retrate.
Paco de la Rosa. Secretario general de CCOO CLM