Page ha vuelto a ganar por mayoría absoluta y eso es muy significativo en unas elecciones donde los ganadores socialistas brillan por su ausencia. Desde luego ninguno de los ganadores del Psoe en las municipales y autonómicas de este domingo tienen el peso ni el liderazgo en el partido que ha adquirido con su victoria Emiliano García-Page. Una victoria forjada con un discurso propio y un desmarque constante de las líneas básicas políticas del secretario general de su partido Pedro Sánchez. Emiliano ha jugado la baza de la autonomía propia y no ha tenido miedo de presentarse como un verso suelto.
Está claro que en política solo sobreviven los ganadores y Emiliano ha demostrado que a pesar de la ola de cambio que este domingo ha teñido de azul toda España tenía un discurso propio y autónomo que le ha llevado a la victoria. Ha sobrevivido a la nacionalización de unas elecciones autonómicas decidida por la cúpula de su partido y ha demostrado que es posible otra izquierda.
No es aventurado afirmar que si el domingo el PP o Vox hubieran conseguido el decimoséptimo escaño, la carrera política de Emiliano García-Page se habría visto seriamente comprometida. Ahora con la Presidencia de Castilla-La Mancha en su poder, su figura se ha convertido irremediablemente en una referencia que en su partido, por mucho que se resistan, no podrán ignorar. Page es un ganador entre perdedores y el primero de los perdedores es su secretario general y su obsesión por mantener el poder a cualquier precio.
Page es una figura emergente y un animal político que en los próximos años, sino meses, tendrá mucho que decir en la sede nacional de la calle Ferraz. Tienen claro lo que tiene que ser su partido, España y una izquierda que aglutine amplias mayorías más allá de dogmas y de discursos guerracivilistas. Page es el futuro y después de la victoria última ha señalado un camino que hace un tiempo se torció en el socialismo español.