Sin química y sin ninguna simpatía, nunca tuvieron buenas relaciones. Ni personales, ni políticas. Se soportaron. Guardaron las formas. Mantuvieron la obligada cortesía institucional y el hilito de comunicación básico para no perderse el paso y hablarse lo imprescindible. Socialistas en clave de socorros mutuos, pero ni un paso más allá. Se arrimaban en campaña, carcajadas de falso póker ganador, pero era todo postureo. Risas impostadas. Confidencias efervescentes para el tendido. Figurantes en el ruedo ibérico. Política ficción. El teatrillo de la simulación que acompaña siempre a la actividad política. La máscara que oculta la verdad que es la quintaesencia de este mundo de lobos. Emiliano García-Page y Milagros Tolón, y viceversa: enemigos íntimos, heridas sangrantes.
No sé a quién perjudica más su falta de entendimiento y su mutua antipatía, pero desde este viernes todo se ha disparatado con el monumental lío de las listas de Toledo y la brecha abierta ya es irreparable. Un boquete de dimensión volcánica. Una lanzada irrevocable. De la excluida al tonto útil, a ver ahora quién trabaja en serio para la campaña electoral. Qué pereza. La animadversión Page-Tolón ya venía de largo y de serie, y ha tenido que meterse Pedro Sánchez por el medio para terminar de romperlo todo y abrir en canal un partido que ya estaba roto y que el 28 de mayo terminó de saltar por los aires. Todo apunta, ya veremos (insisto: ya veremos), a que el 23 de julio asistiremos a la traca final y será el momento, si es que llega el apocalipsis, de empezar de cero la recomposición del postsanchiso. Dura tarea: lo que quede del PSOE. Y ahí Page y Tolón ya no tendrán nada de qué hablar, viven en mundos opuestos. Un cargo socialista me dijo esta frase no hace tanto tiempo: “Ya no hay sanchistas en el PSOE”. Pero se ve que sí. Sanchistas y, sobre todo, antisanchistas. El futuro no será de todos.
Pero pase lo que pase el 23-J, Page y Tolón vivirán en fracciones diferentes y enfrentadas, planetas muy lejanos, y esta defunción de sus escasas y mínimas cortesías quedó certificada el viernes cuando, al calor de los enredos de Sánchez con las listas, la todavía alcaldesa de Toledo atravesó tres estados diferentes en el medio rato que dura un telefonazo al rojo vivo y una tormenta en Ferraz: del “ausente” inicial pasó Tolón a encabezar la candidatura al Congreso por Toledo y, con el paso de los minutos, a un segundo puesto, con Sergio Gutiérrez por delante. Sánchez se saltó la unanimidad del comité provincial del PSOE por el arco del triunfo, pero Page le paró en seco la jugada y al final el entendimiento llegó en la segunda plaza, hurgando en una herida que ya estaba sangrando. Borbotones de desafecto. Ahora esta enorme cicatriz ya sólo es reparable con cirugía heavy metal de alta precisión. El plantón de Page al comité federal del sábado certifica que, tras el 23-J, este partido, el PSOE, será sanchista o socialista, pero nunca las dos cosas vez. La guerra abierta es a muerte.
En fin, tardes de gloria para el periodismo. Disfruten del mes y medio que viene por delante y háganme caso: no firmen ningún certificado de defunción política hasta que el muerto deje de estar vivito y coleando y con su capacidad letal intacta, amén. Todo lo demás es adelantarse apresuradamente a lo que todavía no ha pasado.