Ahuyentar a los malos espíritus y atraer la buena suerte, ¿quién no busca algo así? Dicen que en la noche de san Juan todo es alcanzable, desde luego la fiesta está asegurada.
En muchos lugares de España la festividad de esta noche mágica, mal nombrada «la más corta del año» (esa es la noche del 21 al 22 de junio), cobra inmenso valor y la euforia para quienes lo viven, pues puede ser incluso viable que los malos augurios, los males de ojo y hasta las penurias desaparezcan si se hace bien el rito oportuno.
Con rito o sin él, en nuestra piel de toro se festeja ansiosamente, no olvidemos que es el pistoletazo de salida del estío, siendo archiconocidas las Hogueras de Alicante o De la luna al fuego en Extremadura o los Juanillos de Cádiz, entre otras.
Jóvenes, mayores y niños saltan entre hogueras, queman muñecos y papeles con lo que no quieren que se repita, o incluso saltan las olas en la orilla del mar justo cuando se alcanza la medianoche del 23 al 24 de junio. Viven con ilusión el comienzo del verano, las vacaciones, el gazpacho y la paella y, cómo no, las espaldas carabineras abrasadas por jornadas al sol.
Pero no somos ahora más listos que nuestros antepasados, ya los homo sapiens, con el descubrimiento de la agricultura, transformaron lo que era un rito de adoración en una ceremonia de culto al Sol para que no se apagase. O los vecinos griegos que celebraban las Bufonias, en las que se veneraba a Zeus con sacrificios y a Prometeo con hogueras hechas de leña verde y grasa para crear tanto humo que llegase hasta el Olimpo y los dioses no dejaran de lado a los hombres. Y llegaron los cristianos, había que transformar el festejo y se pensó en el pasaje del Evangelio de Lucas para darle sentido: se relata que Zacarías, padre de San Juan Bautista, estaba tan espitoso porque su estéril y anciana esposa Isabel hubiera parido que se dedicó a encender hogueras por los alrededores de su casa y así todos supiesen del milagro.
La magia, los rituales, los sortilegios se entrelazan con los anhelos, deseos y necesidad de cambios que el ser humano precisa. Y creyendo o incrédulamente es patente que aun con el paso de los siglos el hombre no cambia y sigue buscando respuestas y recetas extraordinarias que zanjen su inconformismo y su infortunio.
He de decir que me parece bellísimo que aun con tanta inteligencia artificial, con tanto desarrollo intelectual, todavía se tenga un hueco escondido para el encantamiento, la limpieza de energías, la búsqueda de un espacio interior y exterior mejor. Y que tal camino se entrelace con la alegría y el bullicio de la fiesta, la luz maravillosa del fuego y el ánimo de dejar cosas atrás.
¿Será por eso por lo que las elecciones generales se han fechado justo un mes después?
Solo quiero desearles un maravilloso solsticio de verano y una preciosa noche de san Juan, que sus sueños se hagan realidad y que sus males se atenúen o, a ser posible, desaparezcan.